Bilbao. Hace ahora un año, el bilbaino Iker de Urrutia se encontraba en República Dominicana en un proyecto de políticas sociales, cuando Unicef lo destinó a esta emergencia humanitaria de proporciones épicas.
¿Que visión se tiene de la tragedia sobre el terreno?
Optimista y llena de ilusión. Esa es la única manera de lograr que este país se apropie de su desarrollo. Los retos son muchos, se debe mejorar en eficacia y en eficiencia, hay que continuar mejorando hábitos de higiene, seguir apostando por modelos de educación sostenibles... El día a día es duro.
¿La epidemia de cólera complica mucho la reconstrucción del país?
Mucho. No podemos olvidar que en el caos de este país, al terremoto y al cólera se le ha de sumar la tormenta del 24 de septiembre, el huracán Thomas, y la inestabilidad política. Y todo ello ocurre en el país más pobre del hemisferio occidental.
¿La ayuda internacional se atascó?
No todas las ONG disponen de independencia económica y por ello los gobiernos deben cumplir con los compromisos adquiridos.