vitoria. Las fechas navideñas no están marcadas en rojo para todas las personas en el calendario del gasto desmesurado. Mientras muchos aprovechan estos días para salir más de la cuenta, invertir grandes cantidades de dinero en regalos y abundantes comilonas o permitirse algún capricho, otros siguen padeciendo la cara más cruda de la crisis económica, que apenas entiende de celebraciones. El importante tránsito de gasteiztarras por los comedores sociales de la ciudad da buena cuenta de las dificultades que muchas familias pasan a diario para llevarse algo a la boca. También en jornadas de comunión y celebración como la Nochebuena.
Durante esta última, por ejemplo, más de 300 personas acudieron al comedor de Desamparados, el más importante de la ciudad, para cenar in situ o llevarse la comida ya preparada y consumirla en su casa o en otros lugares. María Dolores Ochoa, responsable del comedor social, repartió a lo largo de la noche 152 bolsas especiales de comida por las 110 del año pasado, un importante incremento que ronda el 40% y que sigue la tendencia observada durante todo 2010. "El tránsito se ha ido incrementado mucho de un año para aquí debido a la crisis. El paro ha afectado a muchos nativos, mientras que los de fuera siguen tal mal o peor que antes", sostiene Ochoa. Al menos, en una noche tan especial como la víspera de Navidad, los usuarios del comedor que lo desearon pudieron disfrutar de un suculento menú a base de entremeses, langostinos, merluza, pollo y turrones, entre otras cosas. "Fue una noche muy trabajada", asegura la responsable de un comedor que se abastece tanto de comida comprada como del banco de alimentos de la capital alavesa.
Sin embargo, no por tratarse de la Navidad la actividad del local se ha visto incrementada especialmente, porque un día cualquiera del año son entre 500 y 600 las comidas que allí se reparten, entre el propio comedor, las bolsas o las cenas. Antes de la crisis se distribuían alrededor de 400, según los datos de Ochoa, lo que supone un aumento del 50% en apenas un ejercicio. "Está siendo un año muy difícil, pero gracias a Dios tenemos donaciones y vamos tirando", subraya. La altruista labor del voluntariado, "que son los puntales del comedor", también ha ayudado a desarrollar esta labor con recursos suficientes.
Otro de los locales encargados de atender a los más necesitados, no sólo en materia de alimentación, es el ubicado en el número 2 de la calle Las Escuelas y dependiente de la iglesia de Santa María. José Ángel López de Lacalle, su párroco, encabeza a un grupo de voluntarios que proporciona ayuda en forma de comida o atención psicológica desde hace casi 20 años a un importante número de personas que, de un tiempo a esta parte, no ha dejado de crecer. "Estamos notando una necesidad ascendente en todos los aspectos", asegura López de Lacalle.
El comedor social de Santa María, cuyos locales están afrontando una necesaria remodelación, ofrecen todos los lunes entre 60 y 70 "comidas informales", cifras que en los dos últimos lunes -27 de diciembre y 3 de enero- se han incrementado hasta los 80 comensales. Por otra parte, los martes reparten vales para el comedor de Desamparados, entre 45 y 40 -ayer fueron más de 60-, y reparten dan de 450 bolsas de comida todos los meses. Además, las Hijas de la Caridad reparten una media de 130 bocadillos diarios de lunes a viernes, por la tardes, cifras que se han mantenido constantes durante estas fechas. Queda claro que la Navidad no es igual para todas las personas.