VITORIA. "Me han dado ganas de suicidarme" confesaba Ignacio González, vendedor de la ONCE de Laudio que ayer protagonizó una historia rocambolesca donde la fortuna llegó, se esfumó y volvió a aparecer en apenas unas horas. Y es que eran más de 9,6 millones de euros el premio que había conseguido Ignacio y su peña de toda la vida tras haberse comprado a sí mismo para la cuadrilla 15 cupones el número 48.104 para el sorteo del viernes. Ignacio y la peña del restaurante A´granxa del Centro Gallego de Laudio a la que pertenece no olvidarán jamás el primer día de 2011.

Ayer por la tarde, pasada ya toda la polvareda de haber perdido y recuperado los cupones, el protagonista principal de la historia relataba con detalle una jornada de infarto. A este vendendor del cupón, que lleva varios años trabajando en el centro del pueblo y la zona industrial de la localidad alavesa, le despertó su jefe por teléfono sobre las nueve y media de la mañana. "Sabía que si me llamaba a esas horas no era para felicitarme el año" explica el vendedor que suponía que había vendido el número agraciado en el último sorteo del año de la ONCE "porque me sonaba el número". "¿Qué he dado? ¿qué he dado? le pregunté y me confirmó que había vendido el cuponazo y que encima era para la peña con lo que yo también había sido agraciado", detallaba.

La felicidad le inundó y empezó a llamar a los amigos para citarlos en el restaurante del centro gallego donde tienen su sede y poder celebrar la buena fortuna. Todo eran alegrías y risas previas hasta que Ignacio, encargado de la custodia de los boletos extraídos por la maquina portátil, y no en formato de tradicional cupón, se dio cuenta de que no se hallaban donde debían estar. "Hemos empezado a buscarlos todos por el bar por si acaso estaban en otro sitio pero nada.

La camarera me ha dicho que yo era el último al que le había visto con ellos cuando he repartido un dinero entre la peña. Después tiré varios papeles a la basura y ahí parece que tiré los cupones premiados porque creí que eran de la semana pasada, la había liado gorda". "Por un lado, ha sido una buena entrada de año, porque han caído una lluvia de millones y, por otro lado, no encontramos los billetes porque no sé si ayer (el viernes), al repartir dinero, los rompí.

No sé si la lié gorda, pero gorda, gorda. Esperemos que no haya problema con ésto porque si no, me van a crucificar, y si no, lo hago yo mismo", manifestaba a Radio Euskadi en un claro estado de tensión.

EN LA BOLSA DE BASURA

Tras registrar cada posible rincón de la sede todos decidieron buscar en la basura, en el contenedor donde se habían depositado los residuos la noche anterior. Ignacio detalla que "habría una siete u ocho bolsas de basura, las hemos cogido todas, las hemos subido a la cocina del bar y las hemos volteado todas. Hemos buscado como locos hasta que los hemos encontrados, arrugados, pero perfectamente válidos". Apostillaba "no estaban ni rotos ni nada, estaban arrugados.

Había tirado más de 1.500 millones de pesetas a la basura". La suerte volvió a a sonreir a este grupo de laudiotarras al recuperar los cupones perdidos y el cava empezó a correr a raudales. En la tira de papel "como la de la compra del Eroski" bromeaba ya relajado el vendedor, se podía ver el número agraciado, el 48104, dividido en 15 boletos, uno de los cuales mostraba orgulloso la serie 117, la que había sido afortunada.