durante estas frías jornadas navideñas, numerosos alaveses han reproducido ante su médico de cabecera esta pregunta que dio nombre a una divertida comedia de principios de los 70: ¿Qué me pasa, doctor? No en vano, si durante los meses de frío existen muchas más posibilidades de contraer un resfriado o una gripe, el riesgo aumenta considerablemente en unas fiestas donde se pasa mucho tiempo fuera de casa y, en ocasiones, la ropa de abrigo no es la más adecuada a la hora de salir a la calle. Congestión nasal, tos, dolor de garganta, cefalea, fiebre... los síntomas de las patologías más habituales del invierno son bien conocidas entre la población, aunque no siempre sabe distinguirse bien a qué enemigo concreto debe hacer frente el organismo. He aquí algunas claves y consejos para identificarlas correctamente y tomar las medidas adecuadas para impedir su expansión y pasar lo mejor posible el periodo de enfermedad.

Los síntomas de la gripe y del resfriado pueden parecer similares, aunque existen diferencias claras en cuanto a su intensidad y duración. Mientras la gripe, siempre que el virus ataque a un paciente de riesgo, puede desencadenar en una dolencia de gravedad, el resfriado resulta generalmente inofensivo y sus síntomas remiten por sí solos, gracias a las defensas del organismo, en un periodo máximo de una semana y siguiendo varias recomendaciones básicas.

Por ejemplo, evitar los cambios bruscos de temperatura, cuidar la higiene personal, beber muchos líquidos, abstenerse de fumar y mantener una alimentación adecuada rica en frutas y verduras. El estrés y la falta de descanso aparecen como dos de los principales caldos de cultivo para que el resfriado se haga fuerte. Sólo cabe la paciencia y seguir estos consejos, porque no existe una vacuna específica para paliarlo dado que está provocado por virus de diferentes familias, aunque al igual que sucede con la gripe, algunos medicamentos como los descongestionantes nasales y antihistamínicos o los analgésicos para combatir el malestar generalizado pueden ayudar a combatir sus efectos.

Nunca deberá recurrirse a los antibióticos, tanto padeciendo gripe como resfriado común, porque estos fármacos únicamente son eficaces en enfermedades de origen bacteriano y no causadas por virus, como es el caso. Resulta vital detectar desde un primer momento a qué enfermedad está siendo sometido el organismo para actuar en consecuencia, según recomiendan las autoridades sanitarias.

La gripe, además de los síntomas ya mencionados y comunes al catarro, se caracteriza por una fiebre más alta y los fuertes dolores articulares y musculares. En algunas formas clínicas, incluso, pueden aparecer otros síntomas de tipo intestinal, tales como las náuseas, los vómitos, el dolor abdominal y la diarrea. Las recomendaciones para paliar los efectos de la gripe una vez contraído el virus también son claras: no moverse de casa si no es estrictamente necesario, reposar, medicarse con antitérmicos (tratamientos tipo Frenadol) para paliar la fiebre, abstenerse de ir a trabajar para evitar nuevos contagios y no acudir a los servicios de Urgencias a no ser que se trate de un caso de gravedad.