Imanol Querejeta y
Javier Vizcaíno
Tener poder, mandar, no es algo malo en sí mismo. El problema está en si se tienen o no unas mínimas cualidades para ejercer ese mando. ¿Cuáles?
Efectivamente, mandar es tener una responsabilidad, y si se ejerce a través de la autoridad, mejor que si no se ejerce a través del autoritarismo. Sin embargo, es inevitable que en todos los colectivos que se rigen por una cadena jerárquica haya personas a las que no les gusta recibir indicaciones y que proponen la gestión asamblearia de los medios y las personas, con el único fin de generar confusión. Contestando a la segunda parte de tu pregunta, te diría que una persona que ejerce cargos de responsabilidad debe ser leal con sus superiores, debe ser empático, debe ser una persona con prestigio. También debe ser asertivo cuando es posible y tener entereza y carácter donde la asertividad no alcanza y, por último, tiene que generar un clima en el que la delegación responsable sea la moneda de curso legal.
Dos caminos para fracasar en el poder: ser muy duro o ser muy blando. ¿Estás de acuerdo?
Sin duda. Yo creo que hay que trabajar por ser generoso en algunos aspectos con todos por igual. En otros momentos, es inevitable tener deferencias con los mejores. Esto adquiere una especial relevancia en sistemas de trabajo públicos en los que se cobra lo mismo y se disfruta de los mismos días de fiesta, se trabaje lo que se trabaje. El que sea blando, mejor que no asuma responsabilidades y el que no sepa ser más que duro (hay quien disfruta haciendo el mal desde cargos de responsabilidad), tampoco.
Incluso personas bienintencionadas, una vez en el machito, se vuelven desconfiadas, creen que hay conspiraciones a su alrededor, no se sienten secundadas... ¿Por qué ocurre eso?
El poder en sí mismo es una estructura muy paranoide, sobre todo en personas muy ambiciosas, porque hay gente que llega a ciertos cargos con cara de bueno pero con el deseo intenso de mandar, y cuando llega a esa posición, puede entender que todas las personas que se le acercan quieren lo mismo que él, expresándose con la misma falta de transparencia con la que él lo ha hecho.
Hay ocasiones en las que lo que te he descrito en la pregunta anterior no son suposiciones y las conspiraciones existen. ¿Cómo actuar entonces?
Afrontar la conspiración con las herramientas que te da la ley y las atribuciones de tu cargo y explicar las cosas. En ocasiones, las personas a las que tienes enfrente no quieren entender, o se empeñan en no hacerlo para ver si gana el combate por aburrimiento (así definía a esta gente mi difunto padre) y ahí hay que saber zanjar las discusiones.
Se me ocurre que es fundamental hacer exámenes de conciencia casi diarios... y contar con Pepitos Grillo de confianza capaces de decirnos lo que tal vez no nos guste escuchar...
Sin duda. Hay que hacer un balance permanente de tu actividad y, efectivamente, es imprescindible tener a tu alrededor personas de confianza que van a ser los más críticos contigo siempre con el afán de ayudar.
Pongámonos en la piel de uno de esos "Pepitos Grillo". Hay que tener tacto para comunicarle a tu superior que no lo está haciendo bien...
Depende. Creo que un superior debe apreciar la sinceridad y, siempre que se haga con respeto, creo que cualquier abordaje es bueno. Eso va por personas. Personalmente acepto la transparencia en la comunicación cuando ésta es leal. No soporto la murmuración malintencionada e irrespetuosa. Una cosa es criticar y otra, como se dice vulgarmente, poner a caldo a alguien.
¿Cómo se sabe que ha llegado el momento de dejar de mandar? Si miramos, por ejemplo, a la política, vemos que cuesta mucho...
Yo suelo decir que a todas las personas a las que nombran para un cargo les deberían dar a firmar el nombramiento y la fecha de cese al mismo tiempo, para evitar malos entendidos. Si luego quien ejerce ese cargo lo hace tan rematadamente bien y es aclamado por sus subordinados, se podría valorar la posibilidad de, en términos taurinos, indultarlo, o hacerle la faena de dejarle respirar.
¿Cómo volver a la vida anterior? Tiene que ser muy difícil la transición.
Eso está en relación directa al estilo de gobierno que has empleado. Como te decía antes, hay personas que son malas con avaricia y donde mejor se les ve es en ese tipo de cargos y para ellos la vuelta es dura porque ya sabes aquello de arrieritos somos y en el camino nos encontraremos. Para el que ha ejercido una responsabilidad y lo ha intentado hacer sin agraviar a nadie, el retorno no es difícil. Es bueno añadir que no le vamos a gustar a todo el mundo.