BARCELONA. Los datos, recogidos en exhibiciones pirotécnicas realizadas en Girona, Barcelona, Valencia y Londres, confirman que la adición de metales en la pólvora, que se realiza para obtener los diferentes colores y efectos de los cohetes, provoca la liberación de partículas nocivas para la salud.

Estas partículas son lo bastante pequeñas --varias micras o menos-- como para ser inhaladas "profundamente" en el pulmón, algunas especialmente perjudiciales como el plomo, si bien también se ha detectado la presencia de cobre, estroncio, potasio, magnesio, aluminio, titanio, bario, antimonio y concentraciones de óxido nítrico y dióxido de azufre.

"La investigación toxicológica ha demostrado que muchas de las partículas metalíferas que lleva el humo de los fuegos artificiales son bioreactivas y pueden afectar a la salud humana", ha señalado la investigadora del Idaea Teresa Moreno, en declaraciones al Servicio de Información y Noticias Científicas recogidas por Europa Press.

La evidencia es que dicha inhalación resulta perniciosa "aunque solo suceda en ocasiones puntuales a lo largo del año", por lo que la investigadora recomienda alejarse del humo que se produce tanto como sea posible.

El estudio recopiló datos durante las fiestas de Sant Joan de 2008 en Girona --donde analizaron más de 30 elementos y compuestos químicos entre mayo y junio--, lo que sirvió para contratar que los niveles de compuestos como el plomo, cobre, estroncio, potasio y magnesio se dispararon tras los fuegos de la noche más corta del año.

La Mascletà celebrada el 18 de marzo durante las Fallas de Valencia, así como celebraciones similares en poblaciones de Castellón como Alcora y Burriana, y la festividad de Guy Fawkes en Londres aportaron datos similares.

"La gente que vive en las ciudades inhala cantidades importantes de partículas contaminadas por las emisiones del tráfico, las chimeneas o los cigarrillos, y el humo denso de los fuegos artificiales empeora las cosas", ha apuntado Moreno.

La menor exposición implica una menor contaminación, por lo que la investigadora apunta como solución al problema que los asistentes a estos espectáculos se coloquen en lugares no afectados por la llegada de las emisiones y se preste atención a la dirección del viento.

Asimismo, considera importante realizar un control "estricto" sobre los componentes del material pirotécnico que se importa, para evitar así la quema de aquellos productos con una composición química potencialmente más peligrosa.