vitoria. La consolidación de la red integral de cuidados paliativos que ha comenzado a desarrollarse en Álava lograría dar un vuelco fundamental a la asistencia prestada por el sistema público. Tanto que, según los cálculos del coordinador del proyecto, Alberto Meléndez, en un periodo de tiempo "relativamente corto" podría conseguirse una reducción de las estancias en hospitales de agudos de hasta un 70%, con una permanencia media reducida a sólo seis días. Se pasaría, tomando como referencia los datos de los años 2002-2004 de mortalidad hospitalaria, de 7.680 estancias a únicamente 720, como ha ocurrido en otros escenarios. "Esto facilitaría la asignación de recursos necesarios hacia el sector socio-sanitario y domiciliario", a través de un considerable ahorro económico, "pero además supondría una drástica mejora en la atención a estos pacientes y sus familias".

No en vano, el sistema público todavía muestra múltiples carencias en este ámbito. Meléndez se refiere a cuatro fundamentales, empezando por la difícil interrelación existente entre los distintos niveles asistenciales, pese a que los recursos son amplios. Además, la mortalidad en los hospitales de agudos es todavía "extraordinariamente elevada", con estancias muy altas antes de los fallecimientos, que generan un sufrimiento añadido a los pacientes, la familia y el personal sanitario.

Los casos complejos no son paliados con los mejores recursos existentes porque no se identifican adecuadamente y, por último, el paciente y sus cuidadores apenas tienen protagonismo en la toma de decisiones durante el proceso de morir. "La gran maravilla de todo esto es que no hacen falta demasiados recursos, porque en Álava los tenemos. Los mimbres están. Los equipos de soporte ya existen y, además, hay un número de profesionales formados en cuidados paliativos sorprendentemente grande", enumera Alberto Meléndez. En el caso de los hospitales de agudos, el problema recae, por un lado, en que "los equipos de soporte no tienen una unidad propia y deben ver pacientes por todo el hospital". Además, los pacientes ingresados que requieren de cuidados paliativos son vistos en estructuras "que no están preparadas, cuyos profesionales no tienen tiempo, estrategias ni instrumentos para aportarlos", dado que "la organización y el personal de los hospitales no están pensados para eso".

Meléndez se fija en el modelo catalán, pionero en el ámbito estatal, y en programas "muy ambiciosos" implantados en regiones tradicionalmente peor dotadas en lo sanitario como Extremadura, que ha logrado varios reconocimientos. "Actualmente estamos cubriendo un déficit, y es que en Euskadi no existe un plan de cuidados paliativos como aconseja la Estrategia Nacional", censura Meléndez. El plan de crónicos ideada por el consejero de Sanidad, Rafael Bengoa, supone en este sentido "un cambio en la sensibilidad del sistema", porque la mayoría de sus enfermos "necesitarán cuidados paliativos y puede ser una oportunidad para afrontar este gran reto".