vitoria. Para una mujer, dedicarse en Euskadi a la práctica de un deporte de forma profesional entraña una dificultad casi insalvable. Precisamente, por el mero hecho de ser mujer. Realidades históricas como el veto olímpico impuesto sobre las féminas durante décadas, la prohibición de su práctica durante buena parte de la dictadura franquista -a ellas, por supuesto- o que hasta 1988 no llegara la primera participación de dos mujeres vascas en unos Juegos -en concreto, las atletas Maite Zúñiga y Marta Lacambra- constituyen nítidos ejemplos para entender la desigualdad aún existente en este campo entre ambos sexos.
El Instituto Vasco de la Mujer, Emakunde, profundizó ayer durante el seminario Mujeres y deporte de alto nivel celebrado en Gasteiz en las numerosas trabas con las que las féminas que sueñan con vivir por, para y del deporte se encuentran a diario. Un estudio realizado por la Fundación Euskadi Kirola y financiado por el Departamento vasco de Cultura, cuyas líneas maestras se presentaron en la jornada, ahonda mediante la percepción de las propias deportistas en las brechas más importantes que existen.
María Silvestre, directora de la institución, avanzó durante la conferencia de presentación de la jornada que "a pesar de los avances, existe una gran distancia entre ambos sexos a la hora de practicar deporte, y más al ser de alto nivel". ¿Pero qué factor fundamental determina la desigualdad y el alto abandono del deporte entre ellas? En una parte importante, "las bajas expectativas de profesionalización, de ingresos y de post-profesionalización con las que cuentan". La consejera de Cultura, Blanca Urgell, abogó para comenzar a revertir las tornas por incorporar la "perspectiva de género" en la valoración de los nuevos proyectos deportivos así como por intensificar las ayudas públicas.
El trabajo de la Fundación Euskadi Kirola, constituida a finales de 2007, y su marca comercial BAT Basque Team ha permitido a las mujeres deportistas vascas del más alto nivel encontrar los apoyos necesarios -económicos, biomédicos o de reinserción en el mundo laboral- para poder competir con las mejores garantías en sus respectivas disciplinas. Todas, por la imposibilidad de profesionalizarse pese a su condición de olímpicas -Maider Unda, Leire Olaberria o Naroa Agirre- e incluso medallistas, sobreviven bajo el paraguas de la fundación.
Olatz Legarza, responsable del servicio de Formación y Desarrollo del BAT Basque Team, argumentó con base en el estudio realizado que las mujeres "suelen ver una falta de reconocimiento de sus trayectorias"; en otras palabras, que deben demostrar más que los hombres y, por tanto, es mucho más difícil que alguien las esponsorice o promocione. Esta dificultad las empuja en su gran mayoría a iniciar estudios superiores que cortan su carrera profesional o a ver su hipotética maternidad como "un problema adicional" en su progresión.
Por no hablar de las abismales diferencias existentes en los incentivos económicos existentes para los hombres y las mujeres, respectivamente. Mientras el ganador del Tour de Francia de 2007, Alberto Contador, se embolsó 333.000 euros gracias a su triunfo, su homóloga femenina apenas fue recompensada con 3.000. La técnica de la dirección de Deportes del Gobierno Vasco, Dorleta Ugalde, añadió a su vez la "discriminación de género manifiesta" que se da en los medios de comunicación.