vitoria. Tras 74 años en una cuneta de la A-2622, entre Pobes y Espejo, los restos del labrador burgalés Primitivo Fernández de Labastida pasaron otra vez a manos de su familia el pasado 1 de septiembre. Dos días después, el 3 de septiembre, se celebró su funeral en Santa Gadea del Cid. Una fecha que no es baladí: los actos coincidieron con el aniversario del día en el que el agricultor castellano abandonó su casa tras los porrazos que sometieron la puerta de su casa a la una de la madrugada. Una vez más, Primitivo pensó que tenía que ayudar a los de derechas con sus cosechas. "No necesitas dinero", le dijeron. Así que no se despidió de su mujer embarazada de nueve meses y de su hija de diez años, Iluminación, madre de Nieves Barredo.

¿Cómo definiría a Primitivo, según lo que ha podido oír en la familia?

Como una persona afable que no había hecho mal a nadie. La semana anterior al fusilamiento le llevaron a la cárcel de Pancorbo, pero le soltaron porque le dijeron que no había cometido delito alguno. A la salida, hasta los guardias civiles le decían que les avisase si alguien le molestaba. Tenía muchas inquietudes. Estudiaba para guarda forestal, tocaba la guitarra, incluso leía libros de aritmética, algo poco usual en la época. Le gustaba estar al día de lo que pasaba. Fíjese, cómo sería que una vez cuando viajaba en el tren a Vitoria se encontró con el poeta Miguel Hernández y le reconoció. ¡Le hizo una poesía para mi madre! La protagonista se basaba en ella, aunque en este caso era una niña con tirabuzones, como los de ella. Es una lástima que no la hayamos podido conservar.

¿En casa se hablaba de política?

No, mi madre decía que no se hablaba, tal vez para proteger a la familia. De hecho, un día ella se escondió detrás de la puerta para dar un susto a mi abuelo y éste le dijo que no hiciera eso, que le había entrado miedo porque no la había escuchado. Entonces, le contó que había gente que estaba desapareciendo. Mi madre también recuerda cuando le enseño el camión que llevaba a la gente a Pancorbo.

¿Cómo surgieron las primeras pistas para dar con la fosa?

Desde siempre sabíamos que estaba en La Tejera. Mi abuelo tenía un familiar de izquierdas que nos contó lo que oyó en un viaje en el autobús de Vitoria que pasaba por La Tejera. Había dos requetés en el bus y empezaron a comentar la hazaña entre ellos: que si se acordaban de los tres que mataron y cómo la mujer, al ver lo que pasaba, intentó huir... Por eso, teníamos la idea de que estaba en ese puerto, pero no sabíamos en qué punto exacto. Mi madre siempre miraba cuando pasábamos por la zona.

Una casualidad que se encontrase precisamente con los dos requetés que le fusilaron...

Pues sí, aunque no sabemos muy bien si lo empezaron a contar porque sabían que Primitivo era pariente suyo o porque en ese momento pasaban por donde estaba la fosa.

¿Cómo lograron dar con el resto de testimonios?

Luego supimos por mi tía y mi primo que fueron a preguntar a los pueblos y solicitamos a Aranzadi a ver si tenían más testimonios. En 2004, una vecina de Salinas testificó lo mismo: que con unos 19 años vio una fosa excavada y que los vecinos saltaban dentro para jugar. Todo el mundo se preguntaba para qué era. También contó que pararon dos coches, de los que salieron dos hombres y una mujer. Al día siguiente, encontraron los casquillos y restos de masa encefálica, incluso unos cabellos enredados en una zarza, que al ser largos eran los de la mujer. Lo que coincide con el probable hecho de que ella se intentó defender, que corrió y que al darse la vuelta, la dispararon en el cráneo, como confirma la exhumación.

¿Qué recuerdos tenían sus hijas del último día de Primitivo?

Ni se despidió porque no sabía muy bien adónde iba. Sólo le dijeron que no le hacía falta dinero. Era la una de la madrugada y estaba en casa durmiendo, así que cuando llamaron pensó que otra vez los de derechas le iban a obligar a acarrear, con el tema de la cosecha. Se acercó a la cama y le dijo a mi abuela que le cambiase sus alpargatas porque las suyas estaban viejas y tenían el mismo número. Mi abuela vio por la ventana que eran dos requetés, pero no le dio tiempo a avisarle.

¿Qué clase de relación tenían con el matrimonio de Villanueva-Soportilla con el que enterraron a Primitivo?

No se conocían, aunque no se sabe si al ser de izquierdas tenían relación entre ellos porque son pueblos que no están lejos el uno del otro.

¿Por qué cree que le ejecutaron en esta localidad alavesa, si vivía en una aldea de Burgos?

Lo normal era que los que denunciaban a los de izquierdas fuesen los vecinos del mismo pueblo, pero los que los ejecutaban siempre eran los del otro valle. Era una forma de despistar y de encubrir el caso.

¿Qué supuso para su familia la llamada en la que les comunicaron que efectivamente se trataba de la fosa de su abuelo?

Muchísima ilusión, parecía un sueño. Mi madre pensaba que no lo iba a encontrar nunca, que era imposible recuperar los restos. Te consuela acabar de reconstruir la historia y no hacer elucubraciones mentales, como los que dicen que igual se podía haber ido a Francia. Dejas de hacer conjeturas, descartas que lo torturasen mucho tiempo. Y aunque sepas su final, que te llena de rabia y de impotencia, es un alivio porque tienes un lugar para llevar las flores. También para nuestros biznietos es un homenaje porque saben lo que pasó. Hasta mi hija de 10 años le hizo ilusión.

¿Y el día que les dijeron que les entregaban los restos?

Se me pusieron los pelos de punta, incluso ahora cuando lo recuerdo. Es una emoción saber que al final es él. El día que apareció el cráneo, incluso lo hubiese besado porque es lo único que queda de él. Saber que es el suyo y que tú desciendes de él es algo muy emotivo, a pesar de todo lo que te remueve.

¿Encontraron algún objeto personal en la fosa?

Sí, comprobamos que las alpargatas eran de caucho, pero estaba ya todo en muy mal estado. Había una hebilla del cinturón y también del chaleco con algún botón de la camisa que llevaba. De la señora se ha encontrado una peineta que llevaba y algunas monedas. Y de su marido, un mechero de estos antiguos y también algo de dinero.

¿Qué le pareció el homenaje del sábado. ¿Es posible reparar con él las heridas del pasado?

Fue muy entrañable y ahora estoy en paz. Es un reconocimiento social muy reparador que te acompañe la gente y que reconozcan al abuelo. Aquélla era una curva histórica: la gente giraba la cabeza cada vez que la veían. Ahora ha cobrado otro sentido.

¿Los nietos tienen más interés en descubrir el pasado que los hijos?

Nosotros iniciamos los trámites como hace dos años porque políticamente parece que las cosas están siendo más fáciles para no tener que escarbar por nuestra cuenta y para hacernos de forma legal con los restos. Hay gente que todavía está esperando, pero para mí la urgencia de la búsqueda era hacerlo en vida de sus dos hijas: Iluminación (84 años) y Pilar (74). Es una pena que mi abuela no pudo verlo, porque falleció hace doce años.

¿Qué diría a todos aquellos que tienen familiares desaparecidos?

Que lo hagan. Es verdad que te remueve, pero es un dolor que siempre ha estado allí. Al final te deja una alegría muy grande, que te deja muy en paz. Sabes cómo y dónde acaba la historia y puedes hacer un duelo real. No hay una receta para los familiares, pero sí que es reconfortante. Que lo hagan, sobre todo si tienen familiares mayores.

¿Y a los que les acusan de que con las exhumaciones reviven la llama de las dos Españas?

Les preguntaría si han tenido un pariente o un amigo desaparecido, que eso es muy duro porque no sabes el sufrimiento que supone y la cantidad de vueltas que da la cabeza. Es algo muy trágico. No pueden opinar con conocimiento de causa. La gente se sorprende cuando me preguntan "¿Esto le compensa?". Pues sí, porque cierras la historia y sabes que has podido hacer algo en ella.