Aiuola Pérez, en una clase. Foto: iker azurmendi

aiuola pérez urresti

profesor en oratoria moderna

"Antes la sociedad valoraba el hecho de que alguien hablara bien, ahora lo está exigiendo"

Este experto en oratoria y técnicas de comunicación pública acaba de visitar el País Vasco enseñando, mano a mano con su compañero Ángel I. Lafuente, cómo hablar en público con eficacia y con suficiencia. Éste es el noveno año en el que se imparte el curso y hay gente que se ha quedado fuera.

marta rebolledo

vitoria. Encantado y lleno de energía. Así es como se siente Aiuola Pérez tras casi dos horas impartiendo, a un público variopinto, una sesión en la que la interacción en el auditorio es vital.

¿A quién va dirigido este tipo de cursos sobre cómo comunicarse?

A todo tipo de personas. Cada vez hay más gente que tiene que explicarse ante un colectivo, un proveedor o un cliente. Saber comunicarse nos afecta a todos. Hoy día, no basta con saber mucho. Si uno no es capaz de transmitir el mensaje, ya no se le ve con buenos ojos. Antes la sociedad valoraba hablar bien; ahora lo está exigiendo. Además, es recomendable ir adaptándose a las necesidades comunicativas del público. En estos tiempos, sobre todo, con lo que respecta a los jóvenes.

¿Qué diferencia al público joven de otros?

Los jóvenes son más rápidos, más visuales, más dinámicos, y hay que ir adaptando el mensaje porque si no es imposible llegar a ellos. Un símil podría ser el mundo del vino: hay vino de mucha calidad pero que a la gente joven no llega y, sin embargo, les llega más la cerveza. El mundo del vino tendrá que ir descubriendo cómo acercarse a este grupo.

¿Qué pautas se deberían de seguir para hablar en público?

En el nivel técnico, antes de hablar hay que pensar en las cinco W inglesas (quién, cómo, cuándo, dónde, por qué) que hacen referencia a puntos claves como el espacio, el tiempo o el auditorio. Una vez superado esto habría que centrarse en los tres amores. El primero es el amor a uno mismo, es decir, aceptar lo que uno tiene, no lo que le gustaría ser, dicho de otro modo, el yo real. El segundo es el amor al mensaje, creer en lo que se está contando. Si uno no cree o no le gusta lo que está diciendo, se nota y el mensaje no llega. El tercero tiene que ver con el amor al destinatario. Los bustos parlantes están llamados a la desaparición, hay que tener en cuenta el auditorio.

¿Qué le diría a aquella persona que se encuentra delante de un auditorio?

Por un lado, tiene que confiar en ella misma. No hay dos faros iguales, ni en la luz que emiten ni en el propio edificio. Como tú lo vas a decir, sólo tú lo vas a decir. En vez de castigarse, es mejor aceptarse y sacar partido de los puntos fuertes. Por otro lado, tiene que elaborar lo que va a decir pensando a quién va dirigido. Suelo hablar del discurso potito: dar un discurso muy preparado para que al público le resulte fácil de digerir.

¿Dónde se suelen presentar los problemas?

Cada vez hay una exigencia mayor en el ámbito comunicativo, pero nadie nos enseña y, claro, no se nace sabiendo. A muchos profesionales les puede el miedo escénico y les genera ansiedad. Esto conlleva que se muestren por debajo de sus capacidades. El hablar en público tiene que ser un acto placentero, un momento de encuentro, de juntar pensamientos. Hay que evitar el sufrimiento para hablar en público. ¿Cómo se puede superar esta situación y llegar al placer de hablar en público?

Se supera con formación: haciendo cursos, leyendo libros y observando, tanto al que lo hace bien, como al que lo hace mal. Tenemos grandes maestros de los que aprender, como Quintiliano o Cicerón. Se puede hablar bien en público, pero hay que tener en cuenta que el orador no nace, se hace. Se trata de un tipo de conocimiento que requiere toda la vida. Hablar en público es un arte.

¿A quién pondría como un buen ejemplo en el que fijarse?

Hubo una generación de políticos que hablaba muy bien: Garaikoetxea, Ardanza, Carrillo, Guerra, Felipe González, Puyol... Fue una generación criada en la posguerra que sabía expresarse; tal vez porque era una época en la que hubo que tomar decisiones difíciles y se notaba el amor en el mensaje. Es una generación que deberíamos de retomar.

¿Y en el panorama actual?

Yo diría que, a nivel estatal, despuntan políticos como Rubalcaba o Duran i Lleida. Fuera del Estado, Obama y Blair son los oradores más sobresalientes.

¿Podría recomendar algún ejercicio para practicar?

Coger un anuncio de televisión de 20 segundos y contar en cinco minutos la historia que cuenta. Después, pasarla a diez y, finalmente, reducirla a tan sólo dos frases. Con la práctica se mejora la capacidad para manejar el mensaje adaptado al destinatario.

sus frases

"Los bustos parlantes están llamados a desaparecer, hay que contar con el auditorio"

"En el nivel técnico, antes de hablar hay que pensar en las 5 "W" inglesas"