vitoria. Controlada la tempestad, ayer llegó la calma y el momento de realizar un primer balance de los daños producidos por el incendio del jueves en Trebiño. Un total de 685 hectáreas de terreno resultaron calcinadas durante las cerca de siete horas en que las llamas demostraron su furia entre las localidades de Franco, punto de inicio del fuego, y Ajarte, donde los servicios de extinción comenzaron a controlar la situación al filo de las 21.45 horas. 137 hectáreas de arbolado -pinos, quejigos, encinas y robles-, otras tantas de matorral, y 411 de campos de cereal que por suerte ya estaba cosechado se convirtieron finalmente en pasto para las llamas. Aunque la Guardia Civil y la Junta de Castilla y León continúan investigando las causas del siniestro -en la mañana de ayer, varios técnicos inspeccionaron el lugar donde se originaron las llamas en busca de pruebas-, cobra fuerza la hipótesis de que el fuego de una barbacoa encendiese la fatal chispa. Fuentes vecinales, de hecho, confirmaron ayer que "ni de lejos había quema de rastrojos" en las fincas de cereal que escenificaron el inicio del incendio, anexas a una urbanización de chalés. Benito Ocio, teniente de alcalde de Trebiño, también descartó esta hipótesis.
El encomiable trabajo de los vecinos de la zona, así como de los múltiples efectivos desplazados con todo tipo de maquinaria, evitó que el episodio causara más daños materiales. Cinco helicópteros con base en Burgos y Soria, dos hidroaviones procedentes de Zaragoza, otros dos de carga en tierra de La Rioja, cinco brigadas terrestres, tres máquinas bulldozer y Bomberos de Castilla y León y de la Diputación alavesa se afanaron en controlar la situación con la colaboración de un buen número de voluntarios ayudados por tractores, todo tipo de maquinaria o cubos de agua. Tras una larga noche en la que varios retenes permanecieron en el terreno afectado para evitar que el fuego se reactivase, durante el día de ayer todavía trabajaron en la zona uno de los hidroaviones, un helicóptero y efectivos de los Bomberos apagando los últimos rescoldos y, sobre todo, evitando que las llamas resucitasen dentro de los numerosos fardos de paja afectados. Gracias al notable descenso de las temperaturas y a que el viento dejó de soplar con fuerza, el incendio resultó finalmente controlado sin excesivos problemas.
Por suerte, viendo sus consecuencias finales -los daños personales prácticamente se redujeron, al margen del terreno, a la quema de tres chamizos en Uzkiano, Imiruri y Aguillo-, las sensaciones de ayer en los núcleos afectados denotaban una importante carga de tranquilidad.
Benito Ocio no tardó en agradecer a todos los efectivos desplazados su "enorme" trabajo para detener el incendio, que estuvo muy cerca de provocar una tragedia tanto en Uzkiano como en Aguillo, cuando las llamas llegaron a los muros de sus viviendas. 27 debieron ser desalojadas en el segundo de estos núcleos.
Por su parte, Celia Villanueva, concejala independiente en el mismo Ayuntamiento, celebró que "afortunadamente los campos de cereal ya estaban recogidos" y las llamas "no alcanzaron mucho monte", lo que impidió la catástrofe del año pasado.