tafalla. El pánico se sintió ayer como nunca en la plaza de toros de Tafalla. La causa, un novillo saltó al tendido de sol dejando tras de sí 42 personas que requirieron asistencia sanitaria. Concretamente, hubo un herido por asta en la espalda, diez trasladados al Complejo Hospitalario de Navarra (entre ellos un menor que ingresó en la UCI por policontusiones), 24 atendidos en el Centro de Salud de la ciudad y 18, en la enfermería del coso tafallés. Éste se encontraba lleno, con una gran proporción de público infantil entre las localidades, ya que se estaba disputando el concurso de recortadores.
El percance se registró a las 18.46 horas, cuando se corría el segundo novillo de la ganadería raguesa de Ana Corera, perteneciente a la vacada de Macua y marcado con el nº 102, para la final del concurso Errekortari 2010, organizado por EITB. El animal saltó por tercera vez la barrera, alcanzando en esta ocasión las sirgas de la primera fila del tendido e impulsándose en ellas llegó al público que llenaba por completo el centenario coso tafallés.
avisos Es importante hacer constar que el animal ya había demostrado su mansedumbre saltando dos veces el olivo y creando momentos de tensión en el callejón. Además, el astado de Macua se había partido el pitón derecho en un derrote previo en un burladero. El público protestó con silbidos estas incidencias previas y la empresa y el ganadero ya habían anunciado por megafonía que el novillo iba a ser devuelto a los corrales para ser sustituido por un sobrero. En el momento que estaban dispuestos los mansos para salir al ruedo, se produjo el incidente, que duró unos tres minutos y acabó convirtiéndose en pánico en el mismo corazón del tendido 2, el cual estaba poblado a rebosar por jóvenes y por padres con niños de corta edad.
Del pánico inicial se pasó al tumulto descontrolado, con cientos de personas intentando escaparse para encontrar refugio y ponerse a salvo, lo que generó una avalancha en el tendido de sol: segundos de pánico en los que se sucedieron los tropezones y golpes para lograr salir de esa pesadilla. En principio pareció que el bicho, que había iniciado el salto apoyándose en las columnas de la tronera derecha de un burladero, iba a descender por el vomitorio del tendido de sol que da al patio de caballos, pero de forma fatal para el personal el novillo giró su recorrido hacia la derecha por el pasillo central golpeando y embistiendo a todo aquel que se encontró en su camino. Después de recorridos unos cuatro o cinco metros el de Macua comenzó a trepar por las localidades hacia el tendido alto donde se situaban bastantes padres con sus hijos pequeños y otras personas de corta edad. Con serenidad e instinto paterno los mozos sujetaron y protegieron a los niños sacándolos del lugar en dirección hacia la barrera. No obstante, el novillo golpeó a varias personas a su paso, entre ellas a una mujer que se dio de bruces contra el asiento.
apuntillado El novillo volvió la cara hacia el padre y el hijo que aparecen en la secuencia de la página 27, pero perdió las manos y fue cayendo hasta las primeras filas. En ello tuvo que ver mucho un oportuno quite que con un capote realizó un espectador. Ya con el toro aprisionado entre la barrera y la primera fila, un grupo de mozos, entre los que se encontraban los recortadores, pastores, el ganadero Jesús Macua, el mayoral Jesús Primo, empleados de la empresa y del ayuntamiento, fue inmovilizado primero a mano y después con unas cintas y cuerdas. En un primer momento se pensó en acabar con la vida del novillo mediante un disparo, pero ante la cercanía de muchas personas entorno al animal se decidió apuntillarlo, tarea que llevaron a cabo dos miembros de la empresa Taurovisión, Felipe Sota, Ángel, y el torero local Pablo Simón.
Una vez apuntillado, el novillo fue elevado por un dúmper que lo arrojó al patio de caballos y posteriormente, al desolladero. Mientras, en el ruedo las peñas reclamaron la suspensión con una sentada, gesto que fue aprobado con aplausos por los restantes espectadores de sombra. Finalmente, tras las conversaciones entre miembros de Taurovisión, del Ayuntamiento y de EITB se decidió suspender el espectáculo. La tarde acabó con el sonido de los móviles: llamadas de familiares contactando con los asistentes para preguntar sobre su estado y de público a sus seres queridos, porque necesitaban contar la experiencia vivida.