vitoria. Los ciudadanos estamos acostumbrados a entrar en una biblioteca tradicional, con estanterías llenas de novelas y libros que tocan todas las ramas del saber. Sin embargo, en Vitoria, pocos saben que el medio ambiente tiene su propio espacio. Ahora, el Ayuntamiento que, junto a la Vital y la Diputación ha renovado su aportación de 7.000 euros a la Fundación Gaia-Biblioteca ecológica, ha concedido otros 3.000 euros al establecimiento que regenta Fernando Arrikagoitia para que amplíe su fondo bibliográfico.
En concreto, el centro cuenta con 9.000 volúmenes, cuyo valor docente, técnico, científico e informativo para el estudio del ser humano y la naturaleza, le hace único en toda España. "Es la más importante de la Península porque pone en relieve la historia de miles de años del hombre con el medio natural y refuerza los datos tanto científicos como técnicos para realizar diferentes estudios", asegura Cibeles.
Esta biblioteca especializada está situada en el número 23 de la calle Zapatería y abrió sus puertas hace diez años. Los 200 metros cuadrados que la componen cuentan con documentos que tratan temas diferentes, como botánica, ecología, agricultura y plantas medicinales. Al principio, el centro contó con la colaboración de una librería que les adelantó los libros hasta que la Diputación comenzó a darle una subvención anual de un millón de las antiguas pesetas, que supuso la consolidación de los fondos bibliográficos. Entonces tenían 2.000 libros, pero gracias al convenio firmado hace cinco ejercicios con el Consistorio y la Caja, el número de documentos aumentó. "Estas ayudas nos han facilitado la compra de numerosos ejemplares que han ido dando vida a las baldas vacías", destaca Arrikagoitia.
zoología Entre sus numerosas salas, las más visitadas son las de zoología, acuíferos, agricultura forestal y ecológica. Asimismo, el interés por el urbanismo comienza a crecer con fuerza en la ciudad. "Con las nuevas construcciones de casas bioclimáticas, muchos arquitectos se interesan por la transformación del hábitat, procurando que las infraestructuras vayan en consonancia con la propia naturaleza", sostiene. Durante las ocho horas diarias que está abierta, a ella recurren ecologistas, científicos, profesores y con el tiempo van aumentando las visitas de los estudiantes, que no dudan en curiosear los diferentes documentos que consiguen cautivarles. "Queremos que también formen parte de este proyecto y que den vida a todo aquello que se les enseña en la Universidad", aclara el responsable, que ve cómo el trabajo de años atrás toma forma.