Un simple descuido lleva a más de un vitoriano a echarse las manos a la cabeza al llegar a casa y comprobar que se ha dejado en la calle uno de sus enseres más preciados o incluso la última adquisición que aún tenía impregnado el olor de la tienda.

Las personas que se olvidarían de su cabeza si no llega a ser que la llevan puesta son más habituales de lo que se puede pensar. Para el asombro del servicio de objetos perdidos, este año hasta una teca -una caja que contiene reliquias- ha ido a parar a esta oficina de la Policía Local de Vitoria. El dueño de este despiste no era otro que el mismo Obispado de la capital alavesa, a quien hace dos meses los agentes devolvieron este recipiente que, en este caso, guardaba las obleas de sus fieles. Al paraíso de los perdularios también fue a parar una biblia de los mormones, lo que demuestra que errar es de humanos. Sólo el año pasado, este departamento de Agirrelanda almacenó 2.747 enseres, de los que el 70% se recuperó, como demuestran los 1.928 objetos entregados a sus propietarios.

Aunque lo habitual es que las baldas grises de este depósito gasteiztarra almacenen carteras, bolsos o teléfonos móviles -como así sucede en el total de 403 objetos acumulados- entre ellos también se encuentran otros más curiosos, como sillas de ruedas o patines. "Ahora mismo hay dos guitarras españolas y dos ordenadores portátiles, siendo uno de ellos uno bastante caro, de la marca Macintosh", matiza Kepa Solla, oficial de gestión en Agirrelanda.

De todos los objetos con los que este agente se ha topado a lo largo de su carrera profesional destaca los de mayor volumen. "Sigo sin entender cómo hay gente que se olvida de una maleta en la calle", precisa Solla, quien tampoco todavía da crédito de la catana, del florete o incluso del carrito de bebé que su almacén guardó en su día a buen recaudo.

Sin embargo, no todos los dueños se animan a preguntar en este servicio si su pertenencia se encuentra allí. Los despistados, lo único que no quieren perder es su tiempo. "Hay gente que ya de por sí lo da por perdido. Mi consejo es que no cuesta nada venir aquí para preguntar si su objeto ha sido entregado", recomienda el agente, ya que son más comunes de lo que se piensa las llamadas desde Agirrelanda que dan la buena nueva de que un alma cándida o un empleado del servicio de limpieza se topó con la pieza perdida. "La gente es honesta y lo demuestra, así que nos ponemos en contacto más de lo que parece. Estas navidades se recuperó una cartera que incluía la paga extra de 647 euros", añade Solla.

A pesar de que el propietario debe recompensar al autor del hallazgo, es raro que se produzca, "porque el que lo encuentra no suele exigirlo porque serían unos dos euros". Tampoco hay que olvidar que la persona autora del hallazgo se convierte en adjudicataria del mismo, si pasados dos años el dueño no lo reclama. "En estos casos se tratan de carteras sin el DNI que incluían dinero y de joyas o de otros objetos de valor que no estaban identificados".

Donaciones La documentación, así como los monederos -siempre y cuando no lleven dinero- se entregan por correo certificado. Si el dueño es extranjero, el servicio lo envía al departamento policial de Extranjería.

Para los teléfonos móviles, los agentes se ponen en contacto con el dueño del mismo, "siempre previa comunicación con los organismos municipales". Y cuando se trata de dinero, éste se deposita en una cuenta del departamento de Hacienda, donde permanece hasta que alguien lo reclame. Pero para las gafas, la situación cambia. Si el propietario no acude a por ellas, éstas se donan a Organizaciones No Gubernamentales (ONG), como Cruz Roja o Cáritas. "El objetivo es que se aprovechen, sobre todo, en los países del norte de África", afirma Solla.