donostia. El robo veraniego se ha topado con un nuevo nicho de mercado. La habitual estampa que se registraba año tras año, con hogares desplumados a la menor ocasión mientras sus moradores disfrutaban de las vacaciones, ha dado paso este año a otro fenómeno que se está registrando con inusitada frecuencia durante este mes de agosto en Gipuzkoa. Se trata de la sustracción de material de obra, especialmente a la vera de carreteras que están siendo remozadas, donde estos días ha cesado la actividad.
El amigo de lo ajeno ha encontrado aquí un campo abonado en el que se lleva cobre, hierro, bobinas y aquello que le procura suculentos ingresos en el mercado negro. "Arramplan con todo lo que encuentran a su paso", asegura el jefe de vigilancia de la empresa Prosetecnisa, que por motivos de seguridad prefiere no revelar su identidad.
El domingo por la noche, sin ir más lejos, desconocidos irrumpieron en el barrio donostiarra de Altza para sustraer una decena de tapaderas de hierro colado, de ésas que sirven para proteger las arquetas de luz. Los sospechosos no llegaron a ser arrestados.
Con frecuencia, la escalada de este tipo de hurtos provoca que las hipótesis policiales se disparen en todas las direcciones, aunque en algunas ocasiones también yerran en sus sospechas. Sea como fuere, las empresas de seguridad están persuadidas de que los recintos de obras y, también algunas canteras, se han convertido en el nuevo objeto de deseo para quienes hasta hace nada estudiaban hasta el desmayo el modo de colarse por algún hogar, aprovechando la ausencia de sus moradores. Ahora parece despertar su interés otros modos delictivos. "A los ladrones les ha dejado de interesar ese sistema. Se da la circunstancia de que hay mucha gente que por motivo de la crisis se ha quedado en casa, y además quienes se marchan han extremado mucho las medidas de precaución", constatan desde Prosetecnisa.