Vitoria. Las enfermedades cardiovasculares y los trastornos mentales son las dolencias que más afectan a los dependientes de Álava. Así lo demuestran al menos los últimos datos de las personas que han solicitado la valoración de su estado conforme a la Ley de Promoción de la Autonomía Personal que echó a andar hace algo más de tres años. Entonces, Álava se convirtió en la primera provincia del Estado en poner en práctica esta normativa y ha gestionado a través del Instituto Foral de Bienestar Social un total de 15.740 solicitudes.
Así las cosas, la Diputación ha podido constatar gracias a esa labor que las afecciones más numerosas son las referentes a problemas en el sistema cardiovascular y los trastornos mentales. Claro que los diagnósticos varían en función de la edad. Sin ir más lejos, en el primer caso, los expedientes se multiplican a partir de los 65 años, mientras que, en el segundo, se generaliza a todas las edades con excepción de los bebés y niños más pequeños. Y a pesar de que la tónica general se corresponde con estas dos realidades, lo cierto es que, por ejemplo, en el tramo de edad de 0 a 3 años, este tipo de historias no se dan y se centran, fundamentalmente, en problemas del sistema nervioso central o periférico.
Otra enfermedad que también figura como habitual, sobre todo entre los 18 y los 64 años, es la discapacidad intelectual mientras que, a partir de esa edad también se observan complicaciones músculo- esqueléticas y del sistema nervioso.
Por otro lado, desde el 25 de abril de 2007, fecha en la que se abrió el plazo para presentar las peticiones, el Instituto Foral de Bienestar Social ha tramitado un total de 15.740 solicitudes de las que había resuelto, a finales de junio de este año, el 96,9% de las mismas. Lamentablemente, 3.523 de estas personas -que en el 60% de los casos eran grandes dependientes- fallecieron tras el reconocimiento y no pudieron acceder finalmente al recurso solicitado. En los 11.730 casos restantes, seis de cada diez de estas personas cuentan ya con su plan individualizado de atención (PIA) y, por lo tanto, con la asignación del recurso correspondiente a sus necesidades.
Así las cosas, los que se mantienen a la espera corresponden a aquellos a los que se les está tramitando ya su PIA, los que accederán al servicio de ayuda domiciliaria o teleasistencia a partir del año que viene, aquellos que han obtenido un grado de valoración 0 por lo que no disfrutan de este tipo de servicios y los que no han solicitado ningún servicio.
En cuanto a los grados de valoración obtenidos, se observa que, teniendo en cuenta la edad, los menores de entre 4 y 17 años y los mayores de 80 son los que perciben proporcionalmente el mayor grado de dependencia, con una de cada tres personas consideradas grandes dependientes.