donostia. El segundo cinturón de San Sebastián, el nuevo tramo de autopista de casi 17 kilómetros que bordea por el sur la capital guipuzcoana, entró ayer en servicio después de más de tres años de obras de construcción y una inversión de 350 millones euros.
El diputado general de Gipuzkoa, Markel Olano, el titular del Departamento foral de Infraestructuras Viarias, Eneko Goia, y el director general de la Agencia Guipuzcoana de Infraestructuras Bidegi, Borja Jauregi, protagonizaron ayer en la zona de Zamalbide, en Errenteria, el acto inaugural de esta nueva carretera que servirá de alternativa exterior a la actual congestionada variante donostiarra.
Más de 4.000 personas han trabajado directamente en la construcción de esta infraestructura que incluye el viaducto más largo de Euskadi, el del Urumea de un kilómetro, además de cuatro complejos enlaces en Aritzeta, Lasarte, Urumea y Errenteria, diversos túneles, viaductos y sistemas de control y seguridad de última generación. Para su construcción, la Diputación guipuzcoana a través de Bidegi ha invertido unos 350 millones de euros, lo que supone en torno a veinte millones por kilómetro.
El segundo cinturón absorberá más de 40.000 vehículos diarios, lo que supone aproximadamente la mitad del actual tráfico de la variante, principalmente de transporte pesado y de circulación de paso por la capital guipuzcoana. La nueva variante de tiene enlaces con la actual AP-8 en Errenteria y Aritzeta, la N-I en Lasarte y la Autovía del Urumea en Astigarraga, por lo que se convertirá, según las autoridades, en un elemento "clave" para reordenar el tráfico en Donostialdea. Su integración con la AP-1 y la AP-8 permite, además, establecer el corredor Irun-Eibar-Vitoria como la principal conexión vasca en el eje transnacional norte-sur.
Por otro lado, el colectivo ecologista Eguzki calificó ayer la obra de "modelo caduco de ordenación y derrochador de recursos". A su juicio, aumentará el aislamiento ecológico de Mendizorrotz y el Parque de Lau Haizeta".