En el Araba Euskaraz vivido ayer en Agurain hubo momentos también para el recuerdo y el reconocimiento. La sala Harresi se llenó por completo de amigos, compañeros de trabajo y autoridades para rendir homenaje a tres personas sin las cuales el euskera probablemente no gozaría de tan buena salud en esta localidad de la Llanada alavesa.
Jone Usabiaga y Junkal Aldanondo no podían ocultar su emoción por la fiesta que les preparó la ikastola Lautada, al igual que el hijo de Arantza Oiarbide, que acudió al acto en representación de su madre. Las tres son las responsables de dar vida a un proyecto con unos comienzos bastante difíciles, pero que ha logrado dar sus frutos: conseguir que los niños y niñas nacidas en Agurain aprendieran la lengua vasca.
"Gracias por acordaos de nosotras". Fueron las primeras palabras pronunciadas por Jone desde lo alto de un escenario desde el que se podía apreciar la cantidad de gente que se había acercado hasta el teatro para darles en persona la enhorabuena. A continuación quiso agradecer la labor emprendida por "José Mari Rekarte y Junkal, por ser los primeros en ponerse a buscar gente para que Agurain pudiera tener profesores que hablaran euskera". El trabajo de las tres homenajeadas ayer a favor de la euskaldunización de los vecinos aguraindarras comenzó a finales de los años setenta. Jone asegura que todavía "guarda muy buenos recuerdos" de aquella época, si bien es cierto que los comienzos no fueron nada fáciles. "Tuvimos que rehabilitar una casa vieja del pueblo para poder empezar en algún sitio. Recuerdo que tenía un patio muy bonito", asegura.
Quizá aún más complicado fue buscar familias interesadas en que sus hijos recibieran las clases en euskera. "Fuimos de casa en casa preguntando a las familias de los agricultores a ver si querían; hicimos muchos viajes, eso sí que es cierto", recuerda Jone.
Así, las profesoras por fin lograron reunir a un grupo de nueve alumnos que empezaron a acudir diariamente a la primera ikastola de Agurain. Con especial cariño rememora Junkal aquella furgoneta en la que cada mañana, y atravesando buena parte de los pueblos cercanos, recogían casa por casa a todos los alumnos para llevarlos a clase. "Éramos los patateros, así nos llamábamos a nosotros mismos, luego nos quedábamos todos a comer a la escuela y volvíamos a llevarles en las furgonetas a sus casas".
Las dos, tanto Jone como Junkal, se emocionan al comprobar cómo ha evolucionado el conocimiento del euskera en esta comarca alavesa. "La situación no se puede describir, todos los niños conocen bien ya la lengua, y también la hablan", asegura Junkal.
Desde luego, ninguna de ellas podría imaginar que treinta años después el bilingüismo iba a estar tan extendido en la Llanada alavesa, especialmente, entre sus generaciones más jóvenes. En este sentido, Lautada Ikastola tiene buena parte de la responsabilidad. Desde su transformación hace ya un año en una cooperativa de padres, quienes la integran han puesto especial cuidado en ofrecer a sus estudiantes una educación basada en el euskera, sin descuidar el castellano, e incidiendo también en el aprendizaje del inglés. El centro comparte esta tarea de hacer llegar la lengua vasca a toda la población en edad escolar con la escuela pública Pedro Lope de Larrea, que también tiene oferta de modelo D.
Ayer, Agurain pasó el testigo a Llodio, donde se celebrará la próxima edición del Araba Euskaraz, para que también allí sigan trabajando por la euskaldunización del territorio histórico.