El euskera paseó ayer por las calles de Agurain. El Araba Euskaraz movilizó a miles de personas que, pese al frío y la constante amenaza de lluvia, acudieron hasta el municipio para honrar el lema de la jornada, Gogo Biziz (Con enormes ganas). Esta trigésima edición de la fiesta se recordará por su carácter urbano, puesto que se desarrolló en torno al casco histórico, por el impulso que supondrá para la nueva ikastola y porque está llamada a marcar un antes y un después en la presencia de la lengua vasca en la Llanada.

El euskera continúa, así, con su proceso para recuperar fuerza en la cuadrilla. En los discursos institucionales de ayer estuvo muy presente el manuscrito de Joan Pérez de Lazarraga, que refleja el uso del euskera en este entorno durante la segunda mitad del siglo XVI. Tanto ha llovido desde entonces que ahora ese legado se ha convertido en una prueba. En la actualidad, algo más de un tercio de la población del pueblo habla o entiende euskera. Pero la cifra sigue creciendo.

Prueba de ello es el nacimiento de Lautada Ikastola, un proyecto impulsado por padres y madres de alumnos que lograron recuperar un antiguo colegio concertado, "algo que da un carácter especial a la fiesta", apunta el alcalde de Agurain, Iñaki Beraza. La nueva ikastola -con 285 alumnos y 25 profesores- cumple ahora un año y el Araba Euskaraz supone otro impulso en su historia. La directora, Maite Ortega, explica que estos recursos les permitirán "seguir mejorando el edificio".

Otra cuestión es qué supone la fiesta para la Llanada. Hacía 25 años que Agurain no acogía esta cita de las ikastolas alavesas, cuando llegó por primera vez al pueblo de la mano del centro -que entonces aún no era público- Pedro Lope de Larrea. Las ganas acumuladas durante un cuarto de siglo se notaron ayer. Si no, costaría entender por qué el público acudió hasta la zona pese al cielo nuboso y el frío -hubo 14 grados durante buena parte del día-.

Sobre las 9.45 horas, un poderoso irrintzi dio inicio a los actos, con el pueblo volcado con la fiesta. Durante la última semana se habían retirado los coches de las calles, la nueva canción compuesta para la ocasión se escuchó en cada bar y varios comercios levantaron la persiana pese a ser domingo. No fue hasta el mediodía, en cualquier caso, cuando empezó a notarse una mayor afluencia de coches. Ayudó que el cielo no terminara de romper a llorar y la apuesta urbana de la fiesta, con un recorrido de apenas tres kilómetros en torno al casco. Sólo los jóvenes se alejaron del centro para disfrutar de las campas de Harresi Parkea.

Unos 900 voluntarios colaboraron con el desarrollo de los actos. La jornada fue el colofón a los preparativos de un año y que los organizadores valoraron como un éxito, porque el Araba Euskaraz recuperó su efecto llamada, se dio a conocer un proyecto novedoso y se hermanó a colegio y municipio . "Lo más difícil y bonito a la vez es que cada año es gente nueva, que debe conocer cómo se prepara esta fiesta", cuenta el coordinador del festejo, Ángel Olalde. Ahora comienza el camino de la nueva edición, que organizará Laudio Ikastola el 19 de junio de 2011 para que el euskera siga en boca de todos.