Vitoria. Apenas habían empezado a llegar los primeros euskaltzales a Agurain cuando la música de Los Beltzas se apoderaba por completo la plaza de Euskal Herria. Para entonces la cuadrilla formada por Ioritz, Asier y Hodei ya había terminado de tomar su hamaiketako para prepararse para lo que les venía encima. "Hemos venido a beber y a pasarlo bien, en el Araba Euskaraz siempre suele haber muy buen ambiente", aseguraba este grupo de jóvenes procedente de Oiardo, un pueblo perteneciente al municipio de Urkabustaiz.

Entre los visitantes que recibió ayer la villa alavesa no había un perfil concreto: estudiantes, niños, padres y abuelos... Todos tenían su espacio, por lo que no había excusas para dejar de pasarlo bien. Ni siquiera el mal tiempo y el frío aguó los planes de los participantes en esta nueva edición de la fiesta del euskera. En la zona de las actividades infantiles, Pilar sostenía pacientemente el abrigo de su hija, que trataba de alcanzar el cielo saltando en las camas elásticas. "Hay 14 grados, pero ellos no tienen frío", bromeaba esta vecina de Amurrio, que ayer se desplazó con su cuadrilla a Agurain, todo un descubrimiento para ellos, por cierto. "Hemos aprovechado para hacer también un poco de turismo porque no lo conocíamos y nos ha parecido precioso, especialmente la parte vieja", aseguraba.

Otros excursionistas, el grupo de amigos de Txaro y Ángela, abandonaron por un domingo el monte, una afición que comparten todos ellos, para participar en este encuentro. "Vamos a hacer hasta el recorrido, que luego nos espera una buena comilona", explicaba Txaro, ante la mirada poco convencida de los pequeños Unai y Julen, que se decantaban más por los hinchables. La cuadrilla tenía previsto acabar la jornada en una sociedad gastronómica, pero en vista del menú -pulpo, bacalao y chuleta-, antes había que quemar algunas calorías.

Desde Arrasate, Josune, Arantza, Kontxi "y los maridos" también venían bien preparados para la ocasión, con tortilla de patata y todo en la tartera. A ellos ya no les acompañan los hijos, pero disfrutan igualmente de la cita. "Solemos acudir casi siempre al Araba Euskaraz, pero este año nos ha llamado la atención que hay poca gente, quizá por el tiempo", comentaba Josune.

Precisamente mirando al cielo se pasó Aitziber las primeras horas de la mañana hasta que finalmente se decidió a coger el coche desde Aretxabaleta hasta Agurain junto con otros dos matrimonios. "Hemos estado esperando al último momento, hasta que al final nos hemos decidido a venir", explicaba. Los más veteranos tenían todavía en la memoria lo ocurrido hace 25 años, cuando la lluvia acabó por frustrar el Araba Euskaraz que se celebraba en Agurain. Esta vez, la fiesta del euskera sí fue posible.