vitoria. Los vecinos de Mariturri tiran de sentido del humor al explicar lo que les sucede con los ladrones que actúan en el barrio. Adolfo Gago, presidente de la asociación que representa a este nuevo enclave gasteiztarra, lo denomina "Mariturri Merlín", ya que los cacos parecen acudir a la zona para abastecerse de cuantos materiales necesitan para sus propias residencias o para venderlos al mejor postor. La última moda consiste en llevarse las cámaras de los videoporteros. Ya han desaparecido casi media docena de ellas en el barrio, perfectamente desmontadas, por lo que son completamente aprovechables para otros fines. Por si esto fuera poco, también se han llevado los plafones de las lámparas grandes que se emplean para iluminar los accesos a los garajes y los interruptores de la luz. "Es cierto que los robos en trasteros han pasado de oleada a goteo, pero ahora tenemos este otro problema, así que seguimos reclamando seguridad", lamenta Gago.
Y si en Mariturri desaparecen los videoporteros, en Lakuabizkarra e Ibaiondo se llevan las manillas. Carlos Sevillano, presidente de la asociación vecinal, explica que los cacos incluso han robado la de la sede de la agrupación. También se sabe que han robado trasteros ubicados en los garajes, pero que los camarotes situados en plantas superiores resisten los ataques. Asegura Sevillano que los vecinos desconocen la cifra real de robos cometidos porque el Ayuntamiento es más que reacio a revelarles este tipo de información. No obstante, anunció que el miércoles, con motivo de la reunión el consejo territorial del barrio, solicitará formalmente que se le facilite una relación de todos los atracos cometidos durante el último año.
En Salburua, Iñigo Lemos, presidente de Salburua Bizirik, se confiesa un tanto "desesperado" porque "cuando se construyen edificios nuevos parece que no se piensa en la inseguridad". El laberinto subterráneo de garajes conecta unas comunidades con otras y facilita el robo tanto de vehículos como de trasteros. "Un día llegan y rompen las cerraduras, de manera que dejan el camino libre para volver al día siguiente y vaciar los trasteros. El vecino que no baja de continuo para controlarlos se encuentra con desagradables sorpresas", lamenta. Reconoce que es difícil controlar la situación, pero reclama más control por parte del órgano competente: la Policía Local.