E l primer día del año 1999 la vida de José Antonio García Calvo, un gaditano del Puerto de Santa María, dio un giro de 180 grados. El congelador bacaladero Revolución en el que faenaba junto a 16 tripulantes más naufragaba en las gélidas aguas noruegas de Cabo Norte. Un golpe de mar de 15 metros de altura partió en dos aquel pesquero de 80 metros. José Antonio fue el único superviviente. "Todos se lanzaron al mar casi sin pensarlo. Sólo yo llevaba puesto el traje térmico", recuerda este hombre de 60 años. Esta previsión hizo que el marinero lograse combatir el frío durante nueve horas más. "Aguanté encima de dos cadáveres de mis compañeros y le prometí a la Virgen de El Carmen que si salía de esa visitaría todos los santuarios del mundo. Diez minutos después tuve el helicóptero".
Fue trasladado a Irlanda donde se pasó ocho meses intentando recuperarse de los efectos de la hipotermia a la que le sometieron las bajas temperaturas del Mar del Norte. Después, volvió a su casa donde pasó otro año intentando olvidar aquella experiencia traumática. En septiembre de 2000 se puso a caminar para cumplir su promesa. "Cogí los 36.000 euros que tenía ahorrados y me fui a Santiago de Compostela". Tras una década de peregrinaje lleva recorridos 97.000 kilómetros, "sin contar lo que ando cuando estoy ya en cada ciudad", detalla este marinero tras visitar ayer la catedral ed Santa María de Vitoria, la última parada, por el momento, de su kilométrico viaje. "En un principio sólo tenía pensado visitar los tres santuarios principales: Santiago, Roma y Jerusalén, pero en el camino he descubierto que hay muchos más, como el de Arantzazu, el último en el que he estado".
José Antonio sólo emplea sus pies como medio de transporte. "Me compré tres bicis y las tres me las robaron. Decidí que la Virgen quiere que camine". Ahora, con 15 céntimos en el bolsillo, el gaditano hace memoria de los países que ha pisado. "No he estado ni en Australia ni en Japón, porque no puedo pasar caminando".
Siempre camina solo porque "no le gusta la compañía, "pero tengo amigos en todos los países. Gracias a estas personas que me encontré aprendí a hablar francés, italiano, alemán y portugués". En su particular periplo también ha conocido rostros famosos. "Tuve una entrevista con Juan Pablo II durante ocho minutos. También hablé con el Dalai Lama, gracias a un monje que conocí cuando estaba perdido. Me dijo que le acompañase a su monasterio, donde me quedé un mes".
Pero no todo el camino ha sido de rosas. "Llevo mes y medio sin andar porque me torcí el pie en el monte Igeldo y ahora, en la Fundación Catedral Santa María, me acaban de regalar este anorak porque me robaron la ropa en Toulouse". Dentro de 20 días llegará a Santiago, otra vez, pero ésta será su ultima meta tras 10 años de carrera de fondo. Atrás queda la vaca de la que se tuvo que esconder en Extremadura subido a un árbol durante tres horas, porque temía por la integridad de su ternero. En tren volverá a Cádiz para ver a sus dos nietos a los que sólo conoce por fotos. Sus recuerdos de su diario se publicarán "en breve" en el libro Los tres enemigos del peregrino: "los curas porque nunca me han dado un trozo de pan, los perros de dos patas y el pie, porque hace daño".