Si nadie lo evita, el calor se convertirá con el paso del tiempo en un compañero cotidiano de todos los alaveses. Cuando el presente siglo llegue a su recta final, el Gorbea apenas teñirá de blanco su cumbre un par de veces al año y los meses estivales recordarán, como poco, a la Sevilla actual. Y todo, gracias a los excesos de la humanidad en el uso y en el abuso de los combustibles y los derivados del petróleo que, a su vez, están forzando un evidente cambio climático. Los datos y los escenarios de los investigadores así lo evidencian. No en vano, sus estudios prevén un aumento de las temperaturas máximas de 4 grados para San Sebastián y de 4,7 para Vitoria entre 2066 y 2099.

No es cuestión de ser agoreros, pero desde el Gobierno Vasco trabajan en predicciones a futuro que empiezan a caldear las isobaras. La experiencia de los técnicos ya dibuja sobre el papel un escenario posible con una temperatura media en estos lares más parecida a la de la zona mediterránea que a la de un enclave con climatología atlántica, como lo es en la actualidad.

En ese sentido, los datos recogidos por el proyecto de investigación estratégico K-egoitzen, cuyos resultados se expusieron ayer en el marco de unas jornadas sobre cambio climático que se celebran hasta hoy en el Palacio Europa de la capital alavesa, avanzan la posibilidad de que los termómetros alaveses suban de media unos cinco grados en medio siglo. Tal circunstancia, de darse finalmente, afectará de manera especial al medio ambiente, al sector agrario y a todos los vecinos del territorio, que sufrirán nuevos problemas de salud y los rigores de un menor abastecimiento de agua.

El Gobierno Vasco, la Fundación Labein-Tecnalia y el Ayuntamiento de Vitoria colaboran en el citado proyecto, que tiene como objetivo analizar los efectos del cambio climático en Euskadi. Según las investigaciones llevadas a cabo hasta la fecha, el cambio climático conllevará un descenso generalizado de las precipitaciones anuales del 0,7% por década en el País Vasco. No obstante, los inviernos serán más lluviosos (entre un 5 y un 20%) y los veranos más secos (lloverá entre un 30 y un 50% menos).

Además, el cambio climático derivará en un aumento de las temperaturas a fin de siglo. Así, se prevé que las máximas aumenten entre 1,5 y 3,5 grados y las mínimas entre 1 y 3 grados.

Retroceso de las playas En el caso de las ciudades, el efecto "isla de calor urbano" hará que las temperaturas máximas suban por ejemplo cuatro grados en el caso de Donostia y 4,7 en el caso de Vitoria en el último tercio del siglo. Asimismo, se esperan olas de calor más frecuentes y más duraderas en el tiempo. En el caso de la costa vasca, el efecto del cambio climático podría provocar el retroceso de la línea de la costa en zona de playas de entre once y trece metros para mediados del siglo XXI. Las consecuencias de estos impactos y sus resultados servirán de orientación para adoptar decisiones políticas futuras.

La secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera Rodríguez, que inauguró ayer las jornadas sobre esta temática en la capital alavesa, opinó que la lucha contra la mitigación del cambio climático y la sostenibilidad de la economía "se ganará en las ciudades".

Asimismo, recordó el papel "clave" que juega cada ciudadano en su entorno urbano a la hora de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero con gestos sencillos como utilizar el transporte público o hacer un uso responsable de la luz. También participó en las jornadas la consejera vasca de Medio Ambiente, Pilar Unzalu, quien puso de relieve la preocupación "cada vez mayor" de la sociedad vasca en relación con el cambio climático y el compromiso de varias empresas vascas con las energías renovables, aspecto en el que son "una referencia mundial".

Por su parte, el alcalde de Vitoria, Patxi Lazcoz, recordó que las ciudades consumen el 70% de la energía del planeta y advirtió de que "del buen gobierno de las ciudades depende una parte importante de la salud de la humanidad".

En ese sentido, recientemente Vitoria ha puesto sobre la mesa los resultados de la evaluación continua que testa anualmente un sinfín de parámetros capaces de dar las claves del estado medioambiental de la ciudad. Y visto lo visto, sólo se puede concluir que el Ayuntamiento sigue siendo un alumno aventajado en materia ecológica.

Lo deja claro el plan de acción, ya que aprueba con nota los 35 exámenes de las ocho asignaturas que contiene esa verde hoja de ruta y, además, queda de manifiesto que los esfuerzos concentrados en los asuntos de la movilidad han comenzado a dar sus frutos.

La concejala responsable de la salud del municipio, Alba Cañadas, anunció la reducción de la intensidad del tráfico en trece calles de la ciudad. El motivo lleva por nombre tranvía. "Ha habido una disminución en las zonas en las que circula el metro ligero", indicó la edil. Los Herrán encabeza el descenso de circulación más significativo, al pasar de los 16.000 vehículos en 2008 a alrededor de 6.600 el año pasado. Y tampoco se queda atrás la Avenida Gasteiz: en 2009, se contabilizaron 6.700 coches en la zona de Bastiturri, frente a los 8.550 del año anterior. Otras vías importantes donde el tráfico perdió peso fueron Domingo Beltrán, Manuel Iradier y Adriano VI.

Además, el transporte público ganó terreno en 2009. Tanto en número de viajeros, al registrarse 15,2 millones cuatro más que en 2008, sobre todo por el tranvía, como en superficie destinada a esta forma de locomoción, el 2,95% del total de suelo de Vitoria.

También ganó espacio el peatón, que ahora pasa a disponer del 27,63% del suelo, gracias en parte al Plan Alhóndiga.

Otra materia con buena nota ha sido el consumo doméstico de agua, que descendió en un año de 119 a 117 litros por persona y día. En cuanto a los residuos, la generación de desechos se mantuvo igual que en 2008, si bien el reciclaje pasó del 23,9% al 22,90%.