vitoria. La donación de órganos vive un momento de inflexión debido a una excepcional noticia, el cada vez menor número de fallecimientos en las carreteras por accidentes de tráfico. Esta realidad ha empujado a las asociaciones y las autoridades sanitarias a explorar nuevas vías para mantener un nivel de captación de donantes y órganos que se antoja fundamental, dado el estancamiento que puede producirse -de hecho, ya ha comenzado a darse- en el número de donaciones. Así, Osakidetza anunció ayer que estudiará la incorporación de nuevos centros hospitalarios, tanto públicos como privados, a la red de detección de donantes, insistirá en la concienciación social en colaboración con las asociaciones y potenciará el programa de trasplante renal de donante vivo relacionado. Otra buena iniciativa partió el lunes de la Asociación para la Lucha Contra las Enfermedades Renales (Alcer), que pidió a quienes quieran ser donantes de órganos que informen de ello a sus familiares, porque muchas de las negativas que se producen a la donación se deben a que los allegados desconocen la verdadera voluntad del fallecido.
En Álava, según los datos con los que cuentan los colectivos de pacientes y familiares, más de 40.000 vecinos posee ya su carné de donante, esa prueba de que, de forma altruista, quien lo adquiere en vida desea ceder sus órganos a otras personas que los necesiten, si se cumplen todas las condiciones, en el momento de su muerte. Gracias a muchos de ellos, a día de hoy, cerca de 2.500 personas en Euskadi -alrededor de 350 alaveses- pueden afirmar que han vuelto a nacer gracias a esta cadena de solidaridad. Alrededor de 1.400 personas tienen un injerto de riñón, otras 800 de hígado, 160 de corazón y 65 de pulmón.