oficial de política e investigación de la red social europea
vitoria. Tras pronunciar su conferencia, Molinuevo puntualiza para DNA algunos asuntos candentes.
Viendo las reflexiones que ha trasladado, parece que aún nos encontramos muy lejos de lograr la verdadera integración social de las personas con problemas de salud mental.
Sí, sobre todo en el contexto actual de crisis económica. Como es evidente, con una tasa de paro del 20%, desgraciadamente las personas con problemas de salud mental siempre van a estar como última elección a la hora de ser contratadas. Y al mismo tiempo, la situación se agrava porque hay muchísimas personas que están sin empleo, y eso refuerza el problema. Uno de los impactos más negativos de la crisis que todavía está por ver es la mella que está haciendo en las personas.
Es una realidad muy preocupante que sólo el 20 ó 30% de estas personas acceda al mercado laboral.
Lamentablemente sí, porque además, las encuestas dicen que el 90% de ellas quiere trabajar. Hay una tragedia de personas que podrían ser miembros productivos de la sociedad con los apoyos necesarios, y mejorar su situación de salud personal al sentirse productivos. Y muchas veces no pueden hacerlo por problemas de estigma o carecer de los medios adecuados.
¿Cree que los gobiernos europeos comienzan a ser conscientes de la importancia de integrar laboralmente a estas personas desde el punto de vista económico?
Sí, sobre todo cuando se tratan temas de salud mental el argumento que funciona siempre con los políticos es el de los presupuestos. Es más rentable, a la larga, potenciar unos servicios de calidad que dejar las cosas como están y dedicarse únicamente a las transferencias, el subsidio. Si no hay una dinamización, se creará una bolsa de personas que van a estar en el paro durante un periodo muy largo y que lo van a tener muy difícil para sentirse parte de la sociedad.
¿El final de la crisis podrá utilizarse como catapulta para revertir esta dinámica?
En muchos países hay un énfasis grande a la hora de sacar a la gente del paro, pero el truco que se ha utilizado en el caso de las personas con salud mental es convertirlas en inactivas. Si se crean esas bolsas de personas dependientes, que no tienen por qué serlo, al final no salen las cuentas y sucede lo de Grecia. Hay un razonamiento económico detrás de la integración de las personas con problemas de salud mental.
¿Por dónde hay que empezar a trabajar para eliminar los vínculos entre la patología psiquiátrica y el riesgo o el peligro?
Hay que mostrar lo que hay. Es cierto que hay personas que cometen actos atroces, pero la gran mayoría está realizando una labor muy productiva y es como las demás. Hablamos de igualdad de derechos.
¿Hasta qué punto se ha perdido el tiempo con campañas anti estigma que en la práctica han demostrado ser equivocadas?
Hay que tener en cuenta de dónde vienen estas campañas. Por ejemplo, a las compañías farmacéuticas les interesan las que dicen que estas personas para solucionar el problema deben tomar una medicina y ya está. Cuanto más tardemos en darnos cuenta de lo que hay en realidad, más se va a prolongar la falta de integración verdadera.