EN tiempos de crisis resulta difícil conservar el espíritu emprendedor. Sólo unos pocos valientes se atreven a tomar las riendas creando su propia empresa, y plantando cara a los obstáculos que se cruzan por el camino, que en momentos de desestabilidad económica, suelen ser muchos.
Por eso, el Gobierno Vasco quiso ayer premiar a todos aquellos que, impulsados por los centros de Formación Profesional en los que han realizado, o siguen realizando sus estudios, han conseguido poner en marcha su propia compañía, bien de forma real o virtual. En concreto, el Departamento de Educación entregó un total de nueve galardones divididos en dos categorías: los premios EJE, dirigidos a programas de sensibilización entre el alumnado, y los Urratsbat, surgidos para recompensar la creación de empresas vivas por parte de los estudiantes que han superado un ciclo superior.
El propio viceconsejero de FP. David Urzainqui, fue quien ejerció ayer de maestro de ceremonias. El gestor animó a "incorporar el espíritu emprendedor" al sistema educativo, al tiempo que recordó que este mismo curso se han constituido 15 nuevas empresas surgidas de los semilleros de los centros de Formación Profesional.
Uno de los premiados en el apartado Urratsbat fue el gasteiztarra Ortzi Acosta, que cursó sus estudios en el Instituto Mendizabala de Vitoria, y que ahora ha conseguido poner en marcha con éxito una empresa de producciones escénicas y audiovisuales. La idea le surgió cuando trabajaba de acróbata en el Circo del Sol de Las Vegas. "Un día le comenté a mi hermano que quería acercar los espectáculos audiovisuales a las poblaciones más pequeñas". Y así fue como Ortzi hizo las maletas y se plantó en Vitoria para iniciar una nueva etapa como emprendedor.
Precisamente éste puede ser el camino que lleven los 15 jóvenes que integran el grupo Deskalibrados. De momento acaban de concluir sus estudios de Mecanizado en Diocesanas, aunque su primer proyecto para crear una empresa virtual, dedicada a la fabricación de ceniceros, no les ha ido nada mal. No en vano, el esfuerzo fue ayer premiado con un cheque de 3.000 euros dentro del programa EJE. "Ha sido difícil, porque nos las hemos tenido que ingeniar para encontrar proveedores, pero al final el resultado ha sido bueno", explicaba Sara Pascual. Los alumnos describían el proyecto como "aprender a andar en bicicleta". "Después de varios trompazos y de que el profesor te ayude empujando el sillín, te das cuenta de que al final puedes tú solo", aseguraban. Para Christian, otro de los integrantes de Deskalibrados, lo más enriquecedor ha sido "haber aprendido a pensar todos como si fuéramos una sola persona".
También de "positiva" calificaba ayer Marina Clemente la experiencia al frente de una empresa, no real, dedicada a la venta de cosméticos, en concreto de cremas elaboradas a partir de elementos naturales. "Pensamos que era algo innovador", aseguraba esta estudiante de Análisis y Control Químico del colegio Zabalburu de Bilbao. Pese a las dificultades iniciales, sobre todo a la hora de encontrar financiación, asegura que los resultados superaron las expectativas. "Hemos conseguido vender más cremas de las que esperábamos, y no sólo a nuestros familiares", bromeaba.
Durante la jornada de ayer también fue premiada la cooperativa Atom de Mendizabala, así como Sinela de Mungia, Aumek de la escuela UGLE y Bitxi Bitxiak del Instituto Politécnico Easo.