Vitoria le ha devuelto la sonrisa a María, tras ocho años sintiéndose acorralada por el "cemento, cemento y cemento" de Alicante. Ahora pisa parque nada más salir de casa, se emborracha de los espacios abiertos, camina tranquila por las zonas peatonales y puede tomarse un café junto al kiosko de La Florida, donde conoció al amor de su vida bailando pasodobles. Ayer, en una jornada bañada por el sol, miles de gasteiztarras acudieron a los pulmones de la ciudad para pasear, andar en bicicleta, correr o tomar un café. Y todas las personas entrevistadas por DNA sólo tuvieron palabras bonitas para Vitoria y brindaron por que sea nombrada Capital Verde Europea en 2012 y 2013, una titulación a la que aspira junto con otras cinco localidades finalistas. Están completamente convencidas de que "aquí se vive como en ningún otro sitio".
La Comisión Europea, responsable de la criba, deberá ahora dirimir si la máxima de los entusiastas vitorianos es cierta. En cualquier caso, la candidatura ya supone un gran reconocimiento para Vitoria, que ha llegado a la final gracias a su calidad del aire, el grado de reciclaje, la trama de bicicletas, la red de transporte público y, por supuesto, las zonas verdes. "Vitoria es ideal para vivir", resume Isabel, una mujer adicta al aire libre que ayer acudió a La Florida a dar una vuelta. Aunque haga frío o llueva, todos los días sale a pasear con su hijo Jon por la ciudad, sobre todo por los parques. "Creo que he pisado El Boulevard una vez en la vida. Jamás iría allí a pasar el día", aseguró. De Gasteiz le gusta, además del verde que impregna los barrios y su anillo, "la comodidad para desplazarse, la seguridad y su limpieza". Cualidades que, según dijo, destacan los turistas a los que atiende en el hotel donde trabaja. María también secunda esa lista de virtudes. Ayer, mientras tomaba un café rodeada de árboles, reconoció su felicidad por vivir en la antigua Casa de Napoleón, cerca de sus hijos, y de haber dejado atrás su etapa en Alicante. Ahora, más que nunca, tiene claro que la capital alavesa "es calidad de vida".
Noemí Barrio es otra entusiasta de Vitoria. Y no por estrechez de miras. Ha viajado "muchísimo" y, con ese bagaje, se atreve a asegurar que ofrece un nivel de bienestar que pocas ciudades alcanzan. "Y aunque la gente esté aquí contenta, creo que no llegamos a valorar todo lo que tenemos", opinó durante un receso del paseo familiar a pedales por El Prado, su parque favorito. "Es seguro, amplio, tiene una zona de juegos para los niños, aunque está un poco descuidada, rutas para andar en bici... Siempre me ha gustado, porque me parece muy completo", apuntó para luego retomar el camino.
El laboratorio de Martín Fiz es también el favorito de quienes se calzan las zapatillas de correr. Roberto acude cada tres días a El Prado para mantenerse en forma. Confiesa que escogió este espacio por la presencia del atleta vitoriano -"por ubicación, me viene mejor el del Norte"-, pero pronto descubrió las grandes posibilidades de esta zona. "Doy un par de vueltas y luego tomo el camino hacia Armentia. Las rutas están muy bien acondicionadas y apenas hay gente", explicó este joven, para quien sería impensable vivir en una ciudad con menos verde y más ladrillo. "Tenemos complejo de inferioridad por ser Vitoria una localidad pequeña, pero tiene de todo, se vive bien y culturalmente se mueve bastante. ¿Para qué más?".
Laura Caballero, una madrileña pegada a su bicicleta desde que hace catorce años llegó a Vitoria, da fe: "Esta ciudad es cómoda, accesible, verde a más no poder y cuenta con un sinfín de actividades para niños y adultos". Ayer se empapó de sol en Arriaga, acompañada de una novela. En un banco cercano, Francisco y Adolfo optaron por la conversación. Palentinos de nacimiento, se trasladaron a la capital alavesa en los 70 para trabajar en Michelin. Y sienten ésta como su casa. "No cambiaríamos Vitoria por ningún otro lugar. Esta ciudad ha crecido de manera ordenada, con grandes espacios verdes, es muy cómoda... Es capital de vida". Palabra de emigrante.