Vitoria. A Humberto, paraguayo de de 47 años afincado desde hace cinco en el número 56 de la vitoriana calle Cuchillería, el fuego le pilló en la ducha. Le dio tiempo a vestirse, abrazarse a una carpeta de documentos y salir corriendo de casa. A su vecina de la cuarta planta, una joven de Donosti que vive de alquiler en el inmueble, le cogió por sorpresa en la cama y justo pudo ponerse algo de ropa y bajar a toda pastilla las escaleras de dos en dos. Las llamas, que al parecer se habían originado en el inmueble contiguo, perteneciente a la comunidad de vecinos del número siete del cantón de Santa Ana, devoraba la cubierta del edificio y el humo se colaba en el interior de sus casas. Todavía no eran las 10.30 horas y las sirenas de los Bomberos, la Policía Municipal, la Ertzaintza y las ambulancias avanzaban a toda prisa hasta converger en esta esquina del Casco Medieval.
Ya en la calle, los vecinos quedaban confinados al otro lado del cordón de seguridad mientras los integrantes del Servicio de Extinción de Incendios elevaban las escalas hasta el tejado, alimento de las llamas. La rotura de una cañería de agua en uno de los inmuebles complicaba aún más la situación. Fuego en el tejado e inundación en el interior de las viviendas.
Durante los primeros minutos, los Bomberos se afanaron en evitar que las llamas se propagaran a la estructura de madera del edificio. Cuando el fuego estuvo controlado, los responsables del cuerpo estimaron que entre 40 y 60 metros cuadrados de la cubierta habían quedado calcinados y que el incendio había afectado a los dos bloques. Afortunadamente, no se registraron daños personales, aunque las doce familias que residían en ambos inmuebles tuvieron que ser realojadas, para lo cual se contó con la colaboración del Departamento municipal de Inserción Social.
A pie de calle, cuando se dio la noticia de que las llamas estaban bajo control, los vecinos respiraron aliviados. La joven vecina del cuarto lamentaba, no obstante, las pérdidas materiales de las que ya hacía inventario mental. "He perdido libros, discos y ropa, pero por lo menos estoy bien", explicaba.