QUEDA demostrado, ayer una vez más, que cuando un producto y un lugar gozan del interés de la gente ni el frío ni la nieve son causas para no acudir. Porque, a pesar de los cero grados de temperatura que hubo a lo largo de toda la mañana, alrededor de 2.000 personas acudieron a la tercera cita anual con la trufa negra de Álava. Y lo disfrutaron.
La madrugada anterior a la apertura estuvo nevando, lo que provocó el retraso en el tráfico hasta que las máquinas quitanieves dejaron la calzada viable para poder circular, e incluso algunas calles de Maeztu, donde la nieve quedó apilada en una esquina para que no molestara a nadie. Pero contra el frío poco se podía hacer, excepto con un poco de imaginación.
Así, la primera decisión que se tomó a lo largo de la mañana fue levantar los txokos de la plaza y llevarlos bajo la protección de la tejavana del patio del colegio, que demostró su utilidad más allá del recreo de los niños de la localidad. De esta forma, poco después de las 11.00 horas, quedaba abierto el mercado de productos artesanales con label de calidad o de la zona, en un espacio que resultó un refugio perfecto y que dio el beneficio colateral de muy buenas ventas a lo largo de la mañana, porque compradores y vendedores estaban cómodos y al resguardo del frío.
Quesos de Idiazabal y de otras denominaciones, morcillas de Montaña, aceite de oliva virgen de Rioja Alavesa, utensilios de madera artesanales, miel de Antoñana, vinos de Rioja, frutas y hortalizas, legumbres, bollería y pastelería de Euskadi y un sinfín de productos más ocuparon ese espacio que abría una caseta, donde se informaba de los actos de la jornada y se vendían las entradas para las degustaciones al tiempo que se podía leer un ejemplar de DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, colaborador del evento.
También a esa hora, los más avezados cruzaron la carretera Vitoria-Estella y se dirigieron a una explanada en las traseras del restaurante Izki, donde los organizadores de la feria, la cooperativa la trufa negra de Álava habían organizado una muestra de busca de trufas con perro, pero la demostración de cómo trabajan estos animales para conducir a las ocas se suspendió a causa del frío.
enseñando a cocinar Poco después, comenzó la primera clase de cocina, en el interior del frontón cubierto de Maeztu. La primera de las dos que se celebraron fue a cargo de Edorta Lamo, cocinero campezano, aunque desarrolla su actividad en San Sebastián. Ante un auditorio entregado y multitudinario, Edorta trabajó una de sus especialidades, como es el huevo trufado, contando sus trucos y animando a las amas y amos de cada a utilizar la trufa para encontrar nuevos sabores en las comidas.
Cuando finalizó, le llegó el turno a Juanjo Martínez de Viñaspre, Anemias, quien trajo como ingrediente básico el aceite de Rioja Alavesa trufado. Partiendo de esa base, realizó varios platos, entre ellos un postre de naranjas que sorprendió a quienes lo probaron por la nueva dimensión que le daba a la fruta. A cubierto en el patio del colegio, la técnica de la cooperativa la trufa negra de Álava Asun Quintana saludaba e informaba a una gran cantidad de personas que se interesaban por el hongo rey de esta zona de Álava.
"Estamos muy contentos de cómo se está desarrollando la mañana, porque está viviendo mucha gente y se están haciendo buenas ventas", señalaba Quintana, para quien estos acontecimientos, la trufa o cualquier otro producto, sirven "para dar a conocer estos entornos". En cuanto a la valoración de la trufa, como elemento de desarrollo comarcal, afirmaba que "lo que hace es maridar o casar muy bien con productos propios de Álava, pero también impulsa turismo, gastronomía y otros sectores, con lo que sirve para dinamizar la zona".
Uno de los empeños de la cooperativa es llegar a los hogares, pero sin que se asusten por el precio que tiene un kilo de trufa, más de 500 euros. "Es que la cantidad que tenemos que utilizar es muy poca. Estamos hablando de diez gramos para seis comensales, con lo que estamos hablando de cinco o diez euros que eso sí lo permite el bolsillo", afirmaba.
El acto final de la feria fue la entrega de los premios del concurso de pintxos Luis Manso, en el que han participado restauradores de Montaña y de Rioja Alavesa. Los tres primeros premios fueron a parar al restaurante Vírgala, de Vírgala Mayor: el segundo a Taberna Uxerri, de Santa Cruz de Campezo, y el tercero para el Palacio de Samaniego.