La central nuclear de Santa María de Garoña, ubicada en el burgalés Valle de Tobalina, se vio el día nueve de febrero obligada a realizar una nueva parada por motivos de seguridad. Fuentes ecologistas aseguraron que el parón devino tras constatarse la existencia de un fallo prolongado de una válvula del pozo seco del circuito primario que provocó, según afirmaron, una fuga de agua radiactiva del circuito primario sobre el río Ebro. Por su parte, la empresa Nuclenor, propietaria del recinto atómico informó de que se trataba de una parada programada con el objeto de reparar una válvula auxiliar. Cuando la central se encontraba en pleno proceso de arranque de la parada anterior, pocos días después, se vio obligada a reducir la potencia y a inspeccionar su estado en lo que las asociaciones ecologistas consideraron un segundo incidente destacable y Nuclenor, la empresa dedicada a la explotación de la central, un suceso sin importancia.