el libre acceso a las nuevas tecnologías, esa pretendida alfabetización digital, debería constituir un derecho universal para cualquier colectivo, aunque de la teoría a la práctica dista un trecho en muchas ocasiones. Las personas con discapacidad tanto física como psíquica se encuentran en su día a día con numerosas barreras para lograr ese objetivo, y sólo la correcta adecuación de sus equipos informáticos puede situarles al mismo nivel que cualquier usuario. El programa Retadis impulsado por la Fundación Telefónica ha entrado de lleno en la Federación de Asociaciones Vicente Abreu de Vitoria para facilitar la integración social y laboral de los discapacitados.

Dos ordenadores dotados con numerosas aplicaciones y ayudas técnicas descansan ya en sendas salas de sus locales. Actualmente, una veintena de personas se benefician de esta novedosa tecnología. José Félix Doanes, responsable de Voluntariado Corporativo de Telefónica, ejerció de maestro de ceremonias en las presentación de los equipos junto a Sonia, responsable de la Federación, y el alcalde de Gasteiz Patxi Lazcoz, quien mostró su apoyo "incondicional" a una iniciativa dirigida a mejorar la calidad de vida de "un colectivo vulnerable".

La discapacidad física, la más frecuente, dejará de ser un obstáculo a la hora de acceder a Internet o manejar cualquier tipo de programa o aplicación gracias a varios dispositivos. Por un lado, los canalizadores de teclado, una funda metálica con un orificio en cada tecla que impide tocar varias a la vez. Por otro, la pantalla táctil. Y también, una aplicación basada en el lenguaje de iconos que, en principio, será específica para personas con parálisis cerebral.

Varias modalidades de ratones harán también la vida más fácil a este colectivo. Los ordenadores cuentan con uno de bola, otro similar al joystick de las videoconsolas, un pulsador de grandes dimensiones y otro de cabeza, mediante el que puede manejarse el cursor gracias a una lentejuela pegada en la frente.

5.000 euros Las personas sordas, gracias a una videocámara, podrán comunicarse con sus interlocutores mediante el lenguaje de signos, mientras las ciegas disponen de un programa que lee con voz lo que hay escrito en la pantalla, pueden magnificar los caracteres para leer mejor y, además, cuentan con un teclado en braille que es la auténtica joya de la corona del dispositivo, con un coste de 5.000 euros. Todo sea por dar pasos para superar la brecha digital. En un futuro, el programa facilitará la instalación de estos equipos en el mismo domicilio de los afectados.