VITORIA. Bajo el auspicio de Naciones Unidas, 189 países efectuaron una declaración en 2000 por la que se comprometieron a incrementar el esfuerzo mundial para reducir la pobreza, sus causas y manifestaciones. Las metas que se fijaron los gobiernos fueron reducir a la mitad los principales problemas de la humanidad: erradicar el hambre, lograr la educación, corregir la desigualdad de género, reducir la mortalidad infantil, combatir el sida y garantizar la sostenibilidad del Medio Ambiente.

Terrible, pero 120 millones de niños y niñas están sin alfabetizar. ¿De aquí al 2015 nos acercaremos al objetivo del milenio?

Ahora estamos pasando un momento de crisis muy fuerte en el que la falta de fondos será algo que no sé si paralizará, pero sí ralentizará muchos proyectos en marcha, sobre todo en la educación de las niñas que es donde nosotros ponemos más énfasis. África, donde tenemos el punto rojo, es un continente tan cercano y a la vez tan lejano, donde desgraciadamente se concentra la sequía, la falta de servicios... En algunas cosas sí se ha avanzando, por ejemplo en el VIH-sida.

Entre los objetivos del Milenio estaba el acceso al agua para todos. Sin embargo, 1.200 millones de personas no tienen acceso. ¿Qué hacen los gobiernos, las agencias internacionales para que en lugar de decrecer, estas cifras aumenten?

Es posible que los objetivos del Milenio no se puedan cumplir; puede ser que hayamos sido todos muy optimistas. Pero es mejor tener unas metas fijadas e intentar llegar a ellas a que no haya absolutamente nada. Los recursos del agua siguen siendo uno de los grandes problemas del continente negro y de otros países; el mayor peligro para la infancia, para los niños en los primeros años de su vida tiene que ver con el agua. Por eso si pudiéramos solucionar este problema rebajaríamos muchísimo el índice de mortalidad infantil y aumentaríamos su desarrollo.

Educación, agua y para rematar 800 millones de personas pasan hambre, la mayoría niños y niñas. ¿Qué hacen los gobiernos, las agencias internacionales?

Tenemos que volver a hablar de la crisis. En años de prosperidad cuando no hemos tenido los problemas financieros que han sido globales, tampoco las condiciones estaban muy claras. Desde luego, la alimentación es algo importantísimo. Desgraciadamente, la economía en sus cambios hace que en Europa estemos produciendo cereales para alimentar coches, para las energías biocombustibles. Esto es algo totalmente absurdo. Hay planes europeos donde se financia a los agricultores para que no hagan nada. Están muy cerca de países de África que pasan un hambre terrible. Esa economía también ha fracasado; hemos tenido ejemplos cercanos.

La sed, educación, el hambre... en muchos países, la mortalidad infantil está por encima de 230 por cada 1.000 habitantes. Con toda la batería de medios técnicos y fármacos que existen. ¿Cómo es esto posible?

Porque no llegan. Como sabes nosotros aquí tenemos dos cometidos principales: el explicar la situación de la infancia en el mundo y buscar recursos para solucionar o paliar este problema. Dentro de nuestras explicaciones de la situación de la infancia damos a conocer cuál es el costo de las vacunas, que con un coste irrisorio se salvan muchas vidas. Aquí también vamos avanzando; no hay que ser totalmente negativos en todo. La situación de la infancia en el mundo es dramática, pero vamos avanzando. Gracias a la implicación de muchísimos países. Las mujeres allí tienen una fuerza impresionante en la organización, dirección, el cuidado, se reúnen entre ellas; tienen esa preocupación de que no quieren que les pase lo que a ellas les ha pasado. No quieren que sus niñas se queden sin estudiar.

El cambio climático, la falta de agua, sequías, malas cosechas, hambrunas, emigración. ¿Qué se puede exigir para frenar el cambio climático y sus consecuencias que afectarán más a los países pobres?

Creo que los políticos, desde luego, deberán de tomar unas decisiones rápidas, importantes en poco tiempo. Son los embajadores de la sociedad, elegidos por la sociedad. La diferencia de poder adquisitivo entre diferentes países es tan dramática que muchas personas no sobrevivirán si no se actúa pronto. No será fácil, pero África tiene su voz y representación. Por ejemplo, en la actual cumbre de Copenhague han pactado la amenaza de levantarse de la mesa de negociación para denunciar la situación real y su desaprobación si no se logra un acuerdo. Para todos sería preocupante, pero una falta de acuerdo allí para los países pobres de África puede ser frustrante.

Crisis, hambrunas, tema petróleo, Irak, Afganistán... y ahora nos llega la crisis. ¿Esto está modificando los planteamientos del Milenio?

Creo que es un conjunto de cosas. Esta crIsis ha sido global. Nos ha tocado a nosotros también. Hay muchas empresas que pasan dificultades. En Unicef, que tenemos relación con empresas que con su responsabilidad social corporativa, ayuntamientos, diputaciones... lo notamos Muchas de las empresas han ido mostrándonos su apoyo de financiación en programas concretos. Pero se nota un temor al año que viene. La Administración al final tiene que dar cuenta de todos sus gastos o de su gestión de la economía. Esto, a veces, no suele ser tan fácil. Pero creo que hay una conciencia clara de que si nosotros estamos en crisis, estos países llevan en crisis permanente durante muchos años.

El sida, la malaria, el dengue... no sólo disminuyen, sino que cada día aumentan. ¿Se hace lo suficiente?

No. No. Siempre se puede hacer más. En Mauritania, por ejemplo había un problema de desertización de toda la zona y Unicef lleva a cabo un programa con nómadas.