vitoria. El lobo, las grandes infraestructuras o la falta de relevo generacional están detrás de la crítica situación que vive el sector, según expone Frías. La concienciación del mundo urbano está detrás de la celebración de iniciativas como la de ayer.
¿Se conocen lo suficiente las virtudes de la ganadería extensiva?
La percepción que se tiene sobre ella, en muchas ocasiones, va relacionada con la calidad de sus productos, como la carne, la leche o el queso. Pero no va más allá. Queremos subrayar la multifuncionalidad de este sector, porque el paisaje y el mantenimiento de los ecosistemas están marcados y determinados por él. La ganadería extensiva ayuda a que muchas zonas no se despueblen y cumple otras funciones como la recuperación de las razas autóctonas o la preservación de la biodiversidad.
Inciden en concienciar al mundo urbano sobre la importancia de la ganadería extensiva.
Sí, porque existe una visión paternalista y de desconocimiento absoluto de que ese paisaje que se disfruta como zona de recreo y ocio no es natural, sino generado por la actividad de la ganadería extensiva.
¿De qué formas podría impulsarse la actividad?
Hay que defenderla introduciendo criterios legales y un reconocimiento económico directo de esa multifunción. Porque si en estos momentos hay una especie en extinción, ésa es la ganadería extensiva. Los discursos no se están traduciendo en que el sector viva, por lo menos, de una forma adecuada.
El debate en torno al lobo está muy presente en jornadas como la de hoy.
Se trata de un debate de conflicto de intereses de conservación. El diputado de Medio Ambiente, Mikel Mintegi, ha introducido el Plan de Gestión del Lobo en contra de todo el sector. Lo que aportan ambientalmente la recuperación del lobo y la ganadería extensiva, si se ponen en una balanza desde el punto de vista estrictamente ambiental, está absolutamente claro. Pedimos la retirada de este plan de gestión y hacemos nuestra una reflexión de la FAPAS, defensora del lobo, que dice que los ultraconservacionistas que plantean que el lobo tiene que estar en todos los territorios y todas las condiciones sociales y productivas no sólo están defendiéndolo, sino que están ayudando a que se extinga.
¿Al margen del lobo o la PAC, cuáles son las principales amenazas que se ciernen sobre el sector?
Una es la presión urbanística, que por ejemplo ha conseguido que en Gipuzkoa, a menos de 1.000 metros de altura y si no es una cuesta de más del 30%, no quede ningún espacio que no esté urbanizado o cerca de estarlo. Otra es la proliferación de infraestructuras de transporte y unidas a la energía, que obviamente no pasan por las ciudades sino por las zonas rurales. Y otro aspecto es el envejecimiento del sector; las condiciones materiales de vida no son las que tenemos en las zonas urbanas, y la capacidad de regeneración del sector, con los pocos incentivos que hay, provoca que sólo uno de cada diez ganaderos vaya a mantener sus explotaciones de aquí a unos años. Esto es un punto de no retorno.