Vitoria. No hay malos humos entre la hostelería, sino conformismo. Quizás sea ése el primer éxito de la futura normativa antitabaco que prohibirá, a partir del próximo año, fumar en establecimientos públicos cerrados. Aunque sarcasmos aparte, aún tendrá que trabajar mucho para levantar el ánimo de un sector que asume "con resignación" que la ley se aplicará y les obligará a prohibir fumar en sus establecimientos.
Un jarro de agua fría para un colectivo que se siente ya ahogado por la crisis y ve que esta iniciativa puede suponer un golpe duro de encajar. El endurecimiento de la actual legislación al respecto prevé limitar la presencia del tabaco a terrazas al aire libre y no contempla subvenciones parciales o indemnizaciones para aquellos que llevaron a cabo obras hace cuatro años para adaptar sus locales a la ley vigente actualmente.
Un aspecto este último que ha dolido especialmente al colectivo a pesar de que la amplia mayoría de los establecimientos alaveses optaron en su día por no adecuarlos y permitir fumar en su interior.
No fue el caso de la Taberna de los Mundos, uno de los bares vitorianos que más familias con niños y embarazadas acoge por metro cuadrado. Y es que es uno de los pocos lugares libres de humo, casi en su totalidad, existentes en la capital alavesa. Así lo decidieron por votación Peri Rosell, copropietario del mismo, y sus socios, y asegura que no han perdido clientela. "Es una mala noticia, pero supondrá que tendrá que cambiar la cultura y los hábitos de la gente. Ahora vas a hospitales y museos, no se puede fumar y no pasa nada", entiende.
El principal problema que encuentra es quién vigilará que la norma se cumpla. "Esta ley tampoco se ha aplicado bien. En bares de fumadores hay menores de 16 años. Y luego, ¿quién te pone la multa? Eso nunca ha estado muy claro", reclama.
Al igual que a Peri, a Alejandro Sagasta, propietario del bar Elorza, no sólo le va a afectar en lo profesional sino también en lo personal, ya que ambos son fumadores. "A mí me va a venir bien para dejarlo", comenta con cierta ironía. Claro que al negocio no lo tiene tan claro. "Me resigno. Es una normativa europea y, al final, se aplicará. Pero podían gastarse el dinero en otras cosas que son más necesarias", critica a la vez que prevé que los que han hecho las adaptaciones "se las tendrán que comer". Y se muestra preocupado por el trabajo que implicará para los dueños y camareros de los bares evitar que la gente fume dentro. "Lo malo de las sanciones es que vamos a hacer de policías y no voy a discutir con la gente para que deje de fumar", anticipa.
preocupados De la misma forma, piensa Ainhoa Santamaría, camarera de La Malquerida, que asume que el ajetreo de un establecimiento no da para centrarse en un sólo cliente. "Depende de en quién recaiga la sanción si en el que fuma o en el bar. Pero si estoy trabajando atendiendo a un montón de gente, no puedo hacer de policía", apunta. Además, asume que, al final, los consumidores pasarán por el aro. "Al principio costará, pero aquí la gente sale y nos acostumbraremos. En otros países ya se hace, así que vamos a ser cada vez más europeos", sonríe.
La otra cara de la moneda es Nancy Martínez, copropietaria del bar-restaurante Jardín y que, a diferencia de los anteriores, no es fumadora. Y aunque su socia opine diferente opina que es "genial. No tengo por qué privarme de un café por no tragar humo de otro". Una filosofía poco común entre los hosteleros. Nancy considera que la implantación no será tan traumática ya que ella observa que cada vez son menos las personas que fuman dentro de su local y aunque las sanciones son altas, no las ve mal del todo. "La única forma de cumplir la ley es tocando lo económico porque la salud no importa", explica aunque teme que al final la norma no se cumpla por falta de control. Además invita a que al menos se medite la opción de las compensaciones para los que adaptaron el local. "Eso me parece muy mal. Tenían que haberlo pensado antes".
Su compañero del bar Izartza, Josean Ajenjo, piensa de la misma forma. "La equivocación ha sido la ley anterior. Tenían que haber hecho directamente la de ahora. Es lógico que en los establecimientos no se fume y, aun así, la gente va a seguir viniendo. Hay países en los que no se fuma y no pasa nada".