vitoria. Nuevas pistas pueden esclarecer la muerte de la agente de la Policía Nacional cuyo cadáver apareció el pasado día 15 de noviembre entre las ramas del río Ebro a su paso por Baños y del que, por el momento, el principal sospechoso del presunto homicidio es su ex marido y padre de su hija de tres años. Tras el levantamiento del secreto de sumario acaecido ayer, los testigos empezarán a declarar, previsiblemente la próxima semana, ante la titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer de La Rioj, donde residían ambos.
Además de estas pruebas, la ciencia puede obtener otras más irrefutables. El Juzgado está a la espera de que la policía científica presente los resultados del análisis del ADN hallados tanto en la casa de la víctima, como en su coche y en el del acusado, así como el encontrado en una bota del imputado. No obstante, a día de hoy se desconoce si los restos orgánicos que se llevaron a investigar son sangre.
La Jueza también está pendiente de que el Instituto de Toxicología de Madrid remita los análisis de la autopsia de la víctima, que fue practicada en Vitoria. Una vez que se conozcan sus resultados, se valorará si es necesario un segundo análisis. Mientras se desarrolla el procedimiento judicial, el ex marido, quien ha negado dos veces tener relación con la desaparición de la víctima, permanece en prisión incondicional.
Fueron los compañeros de esta mujer de 35 años quienes empezaron a extrañarse desde que el pasado 2 de noviembre, ésta no acudió a su centro de trabajo en Logroño ni llamó para justificar su ausencia. Dado que en los sucesivos días la mujer siguió sin aparecer ni dar señales de vida, decidieron acudir a su piso de la localidad riojana de Lardero.
A pesar de que allí no se encontraba, los agentes obtuvieron en la vivienda otro tipo de rastro: signos de violencia, por lo que tres días después decidieron interrogar a B.M.M., el hombre del que estaba separada, pero no divorciada. También policía pero retirado, el ex-marido fue condenado hace seis años en Ceuta por matar mediante asfixia a un ciudadano marroquí durante una detención.
El hallazgo del cadáver a unos 25 kilómetros de Logroño puso fin a una infructuosa búsqueda que durante cerca de dos semanas se centró en la capital riojana.