Pocas personas dudan ya de que los parques son algo más que espacios verdes bonitos, limpios y relajantes. Que los parques pueden aportar mucho más. Si se están bien diseñados, no hay duda de que pueden ser espacios multifuncionales que aportan con sus elementos multitud de efectos positivos al medio que le rodea: a la ciudad y a todas las personas que la habitan.

Un parque urbano es una zona de reunión social, creativa y recreativa, en el que se puede pasear, leer un libro, practicar deporte o socializarse al igual que las plazas mayores de los pueblos, los parques en grandes ciudades (y no tan grandes) actúan de puntos de encuentro social y cultural, dando identidad y fomentando la permeabilidad entre barrios, creándose un marco físico para gran parte de las relaciones sociales que se conciben en la urbe.

A veces nos somos conscientes, o no nos damos cuenta, de que los parques cuentan con una función estética mayor que cualquier edificio emblemático o histórico, además de mejorar sustancialmente la calidad paisajística a través de una visión mucho más cercana y amable.

No hay que olvidarse de que también son un espacio ideal para la actividad educativa, en especial para la ambiental, pero también para la lúdica y para la deportiva. Los elementos que conforman los parques suponen una fuente inagotable de ideas para jugar, o para la práctica de actividades adaptables a todas las edades. Además, acercan un poco más la línea que separa lo rural de lo urbano. Se pueden crear multitud de espacios didácticos como columpios, bancos, zonas de reuniones, de ejercicios de mantenimiento o de zonas de reunión. Una cantidad de recursos que no tienen límite.