BARCELONA - El PNV ha mostrado su solidaridad con los catalanes y ha criticado con dureza la condena judicial contra los líderes del proceso soberanista, pero mantiene su perfil propio para resolver la encrucijada del modelo territorial. Los jeltzales se desmarcaron ayer de la firma de la Declaración de la Llotja de Mar, en la que participaron el PDeCAT, ERC y EH Bildu, por entender el partido de Andoni Ortuzar que el texto se centra casi en exclusiva en la denuncia, en un tono muy agresivo con el Estado español, y apenas tiene carácter constructivo o propositivo. Además, cree que no llega en el momento más oportuno, en plena precampaña de las elecciones generales del 10 de noviembre.
No fueron más allá desde la ejecutiva jeltzale a la hora de argumentar su ausencia en el acto de la firma en Barcelona, aunque es evidente que con este desmarque el PNV evita participar en una declaración con tintes de frente por su tono duro contra el Estado, del que se llega a cuestionar su carácter democrático. La declaración, que apuesta por el derecho de autodeterminación, sí la suscribe Bildu, una coalición con la que, para el PNV, en los últimos tiempos ha sido casi imposible llegar a acuerdos de enjundia en suelo vasco.
La Declaración de la Llotja de Mar la firmaron el PDeCAT, JxCat, la Crida Nacional, ERC, la CUP, Demòcrates, EH Bildu, BNG, Esquerra Valenciana, MÉS per Mallorca y MÉS per Menorca. Otras fuerzas nacionalistas como Compromís tampoco la firmaron. Se presentó de manera solemne con cargos institucionales como el vicepresident de la Generalitat, Pere Aragonès. En primera línea aparecían el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, y la portavoz parlamentaria, Maddalen Iriarte. La coalición se tomó la firma como un hito histórico, aunque la ausencia del PNV, que fue muy destacada en los medios de comunicación españoles, desluce su presentación. Los jeltzales no admiten la comparación con la Declaración de Barcelona que firmaron en 1998 con CiU y BNG, que tuvo mucha cocina detrás y un importante seguimiento en los años siguientes. El PNV se abre a trabajar tras las elecciones, sin improvisación, para actualizar la declaración de 1998.
La declaración de ayer consta de seis puntos. Los firmantes creen imposible la “plena democratización del Estado” por falta de voluntad política, critican la “regresión hacia una política de carácter cada vez más autoritario, menos democrático y más represiva”, lamentan la ausencia de respeto al derecho de autodeterminación o al carácter plurinacional del Estado, y recuerdan las agresiones contra el autogobierno por parte del Tribunal Constitucional. Por ello, apuestan por unirse en torno al derecho de autodeterminación, el carácter democrático y pacífico de su acción política, la libertad de los presos y el retorno de los huidos, las libertades civiles y políticas, y las medidas sociales que permitan el progreso de sus pueblos. Se comprometen a buscar soluciones “democráticas y estables”, y apelan a la comunidad internacional.
Esta declaración se quiso presentar como una segunda parte de la Declaración de Barcelona, que planteaba en tono cordial “a la sociedad española” compartir y dialogar sobre una nueva cultura política acorde con la idea de la plurinacionalidad, y apostaba por que los firmantes articulasen un plan de trabajo conjunto sobre la lengua, la fiscalidad o la presencia en Europa. Hubo más reuniones para concretarlo y plantear una revisión del modelo autonómico.
trabajar con seriedad Fuentes jeltzales aseguraron que el texto de ayer “incide de forma casi exclusiva en la denuncia y la proyección de una visión negativa” del Estado, sin apenas espíritu constructivo, y en puertas de las elecciones. Sí aclaran que sus socios del PDeCAT comprenden sus razones. Ambos partidos ya separaron sus caminos en las elecciones europeas, al no acudir en coalición, pero mantienen un pacto poselectoral.
La declaración. El texto que se firmó ayer en Barcelona considera imposible la plena democratización del Estado por falta de voluntad política y por la persistencia de viejas estructuras. También aprecia una “regresión” hacia una política de tintes cada vez más autoritarios. Se apuesta por el derecho de autodeterminación y el carácter pacífico de la acción política de los firmantes, además de la libertad de los presos y el retorno de los huidos. Se pide colaboración internacional.