madrid - Manuel Marchena dejó ayer constancia del “disgusto” que le ha producido que se sepan ya algunas partes de la sentencia que se hará pública previsiblemente mañana. En una conversión informal con los periodistas en los corrillos del Palacio Real, el presidente de la sala del Supremo encargado de juzgar el 1-O, se negó a confirmar o desmentir ningún extremo porque la resolución no está firmada aún por todos los magistrados ni se ha notificado a las partes. El juez avisó que un fallo “no está terminado hasta que lo firma el último”, pero no fue más que una manera de salir del paso de su fracasado intento de evitar todo este tipo de filtraciones.

Marchena evitó enseñar cualquier otra sensación respecto al dictamen porque a su juicio sería confirmar el veredicto, lo que sería una “insensatez”. En la tradicional recepción de los reyes Felipe VI y Letizia Ortiz, la sentencia fue el tema estrella incluso en los principales representantes del Poder Judicial: entre ellos, el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes; el presidente del Tribunal Constitucional, Juan José González Rivas; y la fiscal general del Estado, María José Segarra. Desde este ámbito se han afanado en las últimas semanas en advertir al mundo independentista y, especialmente, a Quim Torra de la obligatoriedad de cumplir con las resoluciones judiciales ante la previsible desobediencia civil de gran parte de la sociedad catalana. - I. S. M.