El 7 de octubre se cumplirán 83 años de la constitución del Gobierno Provisional de Euzkadi que presidió el lehendakari José Antonio Aguirre. En aquel marco de Guerra Civil, la prensa internacional se interesó por la figura de este hombre de Estado. Un ejemplo fue el histórico corresponsal estadounidense James Minifie. Este enviado especial que fallecería en 1974, solicitó al secretario particular del presidente vasco que respondiera a una batería de preguntas para el New York Herald Tribune, prestigioso tabloide neoyorquino.

La entrevista quedó escrita a máquina en tres folios y custodiada por el PNV. Data del 14 de mayo de 1937, es decir, casi un mes antes de la entrada de los golpistas en Bilbao. El documento no cuenta con firma, por lo que pudo estar respondida por Ramón Basaldua o Antonio Irala, secretarios de Aguirre.

En ella destaca el hondo sentido democrático del lehendakari y su concepto de libertad patrio, claro y amplio. Preguntado al respecto, el historiador Iñaki Goiogana asiente. Confirma, además, el retrato que le hacen de buen orador de masas, fogoso, emocional. “Desde luego. Aguirre era un orador carismático. Ya en su tiempo en los Jesuitas de Orduña, durante el bachiller, llevaba la voz cantante. Sabía comunicar. Siendo presidente de Juventud Católica ya daba mítines antes de la República”, aporta.

Las preguntas de la entrevista son básicas, en ocasiones, hasta pueriles, por lo que se vislumbra que Minifie pretendería construir una biografía cercana del lehendakari. Las respuestas son más concisas y una de ellas mantiene que Aguirre tenía una “incapacidad”: Hacer enemigos. “Hombre, en tiempos de guerra sus enemigos tendría... Lo tomo como una licencia poética”, sonríe Goiogana, pero valoriza que “caía bien a todo el mundo. Era un conquistador de personas. De hecho, había quienes eran Aguirristas, como el socialista Aznar, al que su propio partido le acusó de ello”.

El delegado del New York Herald Tribune, como otros colegas de la época -léase el sudafricano George L. Steer, el australiano Noel Monks, el ruso Mikhail Koltsov, el polaco Ksawery Pruszynski, el estadounidense Edgard Knoblaugh, el birmano Christopher Colmes, el francés Paul Vaillant Coutourier, el británico Christopher Holme o el belga Mathieu Corman-, puso en valor la proyección internacional de Aguirre y reconoció al hombre de Estado que fue. “El lehendakari no era militar ni sabría de estrategias militares. Era el presidente del Gobierno vasco. Y fraguó un ejército con disciplina para que cada cual no hiciera lo que le diera la gana. Él quería ganar la guerra y la dirigió como político”, defiende Goiogana.

En ese apartado, el periodista americano pregunta “cuál es el ideal de Aguirre para el País Vasco Autónomo”. Basaldua o Irala resumen: “Dios y libertad nacional”. Le detallan que es el lema del PNV: “Jaungoikoa eta Lagi-zarra” y entran en harina: “El genio de la raza hecha realidad en los momentos presentes. Un hondo sentido democrático: un avance social profundo y un concepto de libertad patrio claro y amplio también, es decir, el espíritu que ha vibrado a través de la historia en esta vieja nación, animando a una civilización que base sus fundamentos en el derecho y en la justicia”.

La entrevista planea, sin embargo, en mayor profundidad en los 33 años que había vivido Aguirre hasta la redacción de este documento en el “Hotel Arana de Bilbao”, sito en el número 2 de la calle Bidebarrieta. El secretario particular de Aguirre le bosqueja como alcalde de Getxo con 27 años, diputado de Cortes por “Nabarra y Bizkaya”, aceptando únicamente el primero. Citaba a su madre Bernardina y a su padre Teodoro, así como a sus ocho hermanos: dos de ellos gudaris en la guerra y dos enfermeras en hospitales de sangre de la Cruz Roja vasca. “Cierto”, apunta Goiogana. “Hay fotos de unas enfermeras en Markina que se ha confirmado que eran sus hermanas”.

En materia educativa, resumen su paso por Orduña y la Universidad de Deusto, donde acabó siendo abogado. “Destacó -según la entrevista- en Derecho político-internacional y en sus aficiones por la sociología”. Goiogana matiza la cuestión: “Cuando dice sociología hay que entender algo diferente a lo que hoy en día entendemos por ese término. Se refiere al estudio de la situación económica de los más desfavorecidos y las medidas a adoptar para mejorar su situación”. Se le califica, asimismo, de propagandista de carácter religioso y social.

El secretario del presidente incide en sus facultades físicas, deportivas. “Magnífico” jugador de pelota vasca, “buen” remero de traineras. “Entusiasta y hábil” nadador. No obstante, “en el juego que más ha destacado ha sido en el football formando parte del famoso equipo de la Universidad de Deusto y, más tarde, del equipo más famoso de España: el Athletic Club de Bilbao, con el que fue campeón de España”, tecleaban no sin antes afirmar que “terminados sus estudios, abandonó sus inquietudes deportivas, practicando el sport como simple afición”.

Ya como tribuno, Aguirre era, según el texto, fogoso, de expresión clara y rotunda, de elevado concepto. “De tipo emocional. Hablando en público tiene el don del convencimiento y posee las cualidades todas que requiere un orador de masas”. El corresponsal insiste en ello: “¿Adopta decisiones rápida o lentamente?”. Concluyen: “No sin antes reflexionarlas. Pero una vez reflexionadas son terminantes y rotundas, como corresponde a su carácter decidido y entero”.