A Gerardo Bujanda empiezan a flaquearle las fuerzas, pero a sus 100 años todavía reúne las suficientes para entonar de pie el Agur Jaunak. También para agradecer a las decenas de personas que ayer se acercaron al barrio de El Antiguo de Donostia a mostrarle su cariño y agradecimiento por su incansable lucha en favor de la nación vasca. “No sé qué decir. No tengo bien la voz, tengo muchos años y me falta el aire. Pero vuestro ánimo, cariño y corazones serán míos por siempre. También en el cielo”, dijo emocionado dirigiéndose a los presentes.

Fue el broche final de un humilde pero sentido homenaje que su familia, amigos y compañeros jeltzales le brindaron en el día de su centenario en el barrio donostiarra de El Antiguo, donde nació, forjó su espíritu luchador incansable y continúa viviendo. Un pequeño pero cariñoso reconocimiento que no se quisieron perder el diputado general de Gipuzkoa, Markel Olano, el presidente del Gipuzko Buru Batzar, Joseba Egibar, o el presidente del Euzkadi Buru Batzar, Andoni Ortuzar, entre otros rostros conocidos. También participó el diputado jeltzale en el Congreso Joseba Agirretxea, que ejerció de maestro de ceremonias en un encuentro que reunió a decenas de personas para quienes Bujanda es un ejemplo de lucha.

Bujanda, acompañado en todo momento por su inseparable mujer, Lide Oñederra, fue recibido en su portal, el número 2 de la calle Carmelo Etxegarai, por una comitiva de txistularis que lo acompañó hasta la plaza José María Sert, donde se celebró el homenaje como tal.

El acto comenzó con unos bertsos creados por su hijo, Mikel Bujanda, director de Euskalerria Irratia, que los presentes entonaron al unísono. Acto seguido llegó el momento de agasajar al homenajeado. El batzoki de El Antiguo, con su presidenta Izaskun Urrestarazu a la cabeza, y en compañía de Egibar y Ortuzar, hizo entrega al gudari de una makila. Bujanda y Oñederra también recibieron regalos de sus compañeros del batzoki. Y finalmente, su nieto Martin Barandiaran bailó la contrapasa.

Pero como no podía ser de otra manera, el homenaje a uno de los últimos gudaris acabó, a petición de Joseba Egibar, con los presentes entonando el Eusko Gudariak.