pamplona - La alianza entre el PNV y los socialistas vive un momento dulce. La confianza mutua que se profesan ambos partidos y el respaldo electoral que ha recibido su dinámica de colaboración en el caso concreto de la comunidad autónoma vasca los anima a continuar y profundizar en su relación. El pacto, que ya ha cristalizado en gobiernos de coalición a nivel autonómico, en las tres diputaciones, las tres capitales y buena parte de los ayuntamientos de la CAV, se extiende ahora a Nafarroa, donde el PNV es uno de los partidos que integran Geroa Bai y, por lo tanto, gobernará en coalición con la socialista María Chivite. Previsiblemente, el entendimiento se extenderá al Estado español con una fórmula de cooperación externa, donde el candidato a la presidencia, el socialista Pedro Sánchez, aspira a que los jeltzales sigan siendo un actor decisivo en la gobernabilidad y los acuerdos presupuestarios, tras haberle demostrado el PNV su lealtad durante la etapa de la moción de censura. Sánchez visitará a Andoni Ortuzar a partir del 19 de agosto para tratar de cambiar su abstención por un voto a favor en una nueva sesión de investidura, aunque el PNV ve estas intenciones con cautela hasta que se concreten.

La socialista Chivite tomó ayer posesión del cargo como presidenta navarra con el aval explícito de la cúpula de su partido a nivel estatal que, en un momento de tensión en Catalu-nya, trata de proyectar que respeta la pluralidad y los sentimientos identitarios de toda clase, y que puede ser clave en la convivencia. También tuvo el aplauso del PNV y del lehendakari Urkullu. El ascenso de Chivite supone un cambio político en la presidencia navarra, porque su antecesora era Uxue Barkos, de Geroa Bai, más cercana a los jeltzales. Pero habrá coalición entre el PSN, Geroa Bai y Podemos, lo que en principio garantiza que se mantengan los convenios entre los ejecutivos de la CAV y Nafarroa. La relación será sencilla entre dos gobiernos donde gestionan codo con codo los socialistas y el PNV. En el Ejecutivo navarro se mantiene como consejero de Desarrollo Económico uno de los referentes del PNV en Nafarroa, Manu Ayerdi, el expresidente de la ejecutiva en la comunidad.

Urkullu apostó por mantener la relación. “He acudido al acto a reforzar esta imagen de colaboración en beneficio de las cuestiones que afectan a la ciudadanía”, defendió el lehendakari, quien añadió que el convenio incluye 18 grandes temas que se están abordando con “absoluta naturalidad” y quiere mantenerlos.

La cooperación en la comunidad autónoma vasca arrancó durante el mandato del lehendakari Ardanza. En 1998 se produjo la ruptura, los tiempos de Lizarra hicieron absolutamente inviable la colaboración, y el enfrentamiento se arrastró durante los mandatos del jeltzale Ibarretxe y el socialista López. Con Iñigo Urkullu en Ajuria Enea, Andoni Ortuzar al frente del PNV, e Idoia Mendia en el PSE, se retomaron los acuerdos a nivel municipal, foral y autonómico, unos pactos perfectamente engrasados y bien avenidos con excepciones muy puntuales en plazas de especial rivalidad, como Barakaldo o Irun. El pacto goza de buena salud electoral y ha sido avalado por los ciudadanos en las urnas reforzando el apoyo concedido a los dos partidos. En las elecciones municipales y forales de mayo, el PNV ganó en los tres territorios y las tres capitales, y el PSE logró una espectacular remontada en Araba, donde duplicó sus resultados. PNV y PSE optaron por renovar su acuerdo para seguir gobernando juntos. A nivel autonómico, el Ejecutivo vasco, por boca de su portavoz, Josu Erkoreka, ha repetido hasta la saciedad que el pacto funciona, tiene el aval de las urnas, y la oposición debería tener una actitud más constructiva.

El PNV está satisfecho con la imagen de centralidad que le da el pacto, y el PSE también, porque le permite presentarse como una fuerza útil que influye en el diseño de las políticas, pero hace otra lectura que conviene mucho al PSOE a nivel estatal: se presenta como un partido clave para la convivencia entre diferentes y que respeta la pluralidad y singularidades como la vasca. Ayer insistió en este discurso la propia Chivite al asegurar que su principal reto será la convivencia en una comunidad “plural”. El mensaje lo replicaron a todos los niveles cargos del socialismo estatal y vasco. El ministro de Fomento en funciones y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, puso en valor el papel de Chivite porque va a “ejercer un papel de centralidad en la política navarra en favor de la convivencia y la cohesión”. “Son elementos que nos han acompañado en nuestro quehacer político desde siempre. Una de nuestras principales características es ocupar ese espacio de centralidad que procura el encuentro de diversos pensamientos y proyectos con tal de beneficiar y enriquecer, en este caso, a la comunidad autónoma de Navarra”, sacó pecho. La secretaria general del PSE, Idoia Mendia, dijo a través de Twitter que “Navarra abre una nueva etapa de avance en derechos, lucha contra las desigualdades y defensa de la pluralidad”.

¿acuerdo en el estado? Este acuerdo de coalición entre el PSN, Geroa Bai y Podemos, con el apoyo externo de Izquierda-Ezkerra, es la fórmula que el PNV quiere que Sánchez tome como referencia para su investidura, en lugar de buscar la abstención de la derecha española. Urkullu también dijo ayer que en Nafarroa se han hecho las cosas de otra manera, con “un acuerdo entre diferentes basado en un acuerdo programático”, sin enredarse en los cargos. Sánchez sí tiene intención de conseguir los seis votos a favor del PNV, aunque también le bastaría con la abstención en un contexto en el que lograra cerrar un pacto con Unidas Podemos. Sánchez viajará este mes a Bilbao para entrevistarse con Ortuzar en Sabin Etxea. El PNV tuvo una posición no obstaculizadora con su abstención en la investidura fallida pero, para dar su voto a favor, necesita compromisos concretos en materias como el Tren de Alta Velocidad, donde se están acumulando retrasos que preocupan al Gobierno Vasco. Ábalos se mostró convencido ayer de que el acuerdo será posible porque considera al PNV un partido leal y dispuesto a la gobernabilidad.

Los jeltzales fueron los socios más fiables en la etapa de la moción de censura. La legislatura acabó de manera prematura con la decisión de los partidos catalanes de tumbar los Presupuestos. Renovar la sintonía con el PNV garantizaría la fluidez en las relaciones entre la CAV, Nafarroa y el Gobierno español para negociar asuntos como las transferencias.