Madrid - Pablo Iglesias llevó hasta el último latido de la sesión de investidura su intento de construir un relato para fingir que la culpa del fracaso es ajena a él. In extremis, desde el estrado del Congreso de los Diputados, el líder de Unidas Podemos lanzó una propuesta a Pedro Sánchez para “salvar la investidura”. La oferta consistía en renunciar al Ministerio de Trabajo por el que había luchado sin éxito durante la negociación de los últimos días, pero a cambio su formación se haría cargo de las políticas activas de empleo.
Fue un golpe de efecto que, además de alimentar la lista de agravios y rechazos por parte de Sánchez, ofrecía al candidato del PSOE una percha a la que engancharse y lograr así la adhesión de Podemos y la formación de un gobierno de coalición. No fue así y el presidente en funciones no la tomó en cuenta y desperdició la última oportunidad de salvar los muebles, si esa es su verdadera intención.
Iglesias reveló que un alto cargo del PSOE que representa “mucha autoridad” en el partido le había sugerido que le pidiese a Sánchez las competencias en políticas activas de empleo y que, a cambio, renuncie a exigir el Ministerio de Trabajo, que durante la mañana de ayer había pedido por escrito al candidato socialista y que este había rechazado. En ese momento, Sánchez negó con la cabeza, pero en el poco tiempo que restaba hasta llegar a la votación el líder de Unidas Podemos le emplazó a recapacitar para “salvar la sesión de investidura y tener un gobierno de coalición”.
Iglesias, que siguió el discurso de Sánchez con un gesto muy serio y negando continuamente las acusaciones del socialista, se negó a dar por rota la negociación con el PSOE. “Si no acepta nuestra propuesta le vuelvo a tender la mano: no vuelva a llevar a los españoles a elecciones y negocie con nosotros desde el respeto”, dijo Iglesias, cuyo grupo había anunciado una abstención minutos antes de que comenzase la sesión.
Iglesias le recordó a Sánchez que es presidente del Gobierno porque Podemos se creyó la moción de censura y apoyó al PSOE . “Les apoyamos a cambio de nada... Mereceríamos por eso, en sus palabras y en su tono, respeto”, reclamó. En la batalla por el relato, tuvo que ponerse a la defensiva cuando señaló que “lo único que les pedimos fue participación proporcional en el gobierno acorde a los votos” y reiteró que su intención era tener “competencias, no sillones”, para aplicar sus políticas de empleo, igualdad, educación gratuita de 0 a 3 años o frenar las privatizaciones sanitarias.