Madrid - El PNV cree que la victoria electoral del PSOE en las elecciones generales fue indiscutible y, por lo tanto, no acaba de comprender cómo se ha llegado, dos meses después de la cita con las urnas, a un escenario en el que se especula con una nueva convocatoria cuando no conviene prácticamente a ningún partido estatal ni se ven mayorías alternativas. Por ello, fuentes jeltzales consultadas por este periódico reaccionaron ayer al anuncio de la fecha del primer intento de investidura de Pedro Sánchez con un llamamiento en general a todas las partes para que se eviten las elecciones, se abandonen las lecturas partidistas y pueda echar a andar la legislatura. Los propios jeltzales se mueven entre el voto a favor y la abstención, y descartan de plano el voto en contra de Sánchez, con quien aspiran a mantener una relación fructífera y ya les ha lanzado el guiño navarro. Solo votarían en contra si el PSOE diera un volantazo y pactara con C’s.

En ese caso, el PNV no podría ponerse de perfil ante una fórmula de gobierno que tendría serias implicaciones sobre el autogobierno, por el discurso de C’s cuestionando el Concierto Económico. Pero, en ese escenario, su voto en contra tampoco bloquearía la legislatura y sería irrelevante porque PSOE y C’s tendrían mayoría absoluta. Al margen del conflicto entre PSOE y Unidas Podemos, en el que los jeltzales no quieren entrar, el PNV asiste con una mirada muy crítica a la posición del PP, que no quiere abstenerse tampoco y solo ofrece una vía para que lo haga UPN. “Cada uno va a lo suyo”, critican en Sabin Etxea.

tres semanas para negociar El PNV no entró en más detalles sobre la sesión de investidura, que tendrá lugar en tres semanas. Arrancará el 22 de julio, y la primera votación tendrá lugar un día después. Fuentes de la ejecutiva consideraron que no es mala fecha, porque Sánchez tendrá por delante tres semanas para tratar de desbloquear la negociación. Una fecha anterior se hubiera interpretado como un órdago a la oposición para que lo invistiera sin negociar, por el temor a unas nuevas elecciones. Esta fecha pone en marcha el reloj de los comicios. Si el Congreso rechazara la candidatura de Sánchez y no lograra el aval parlamentario en dos meses, en noviembre tendrían lugar las elecciones, un escenario que prácticamente nadie quiere y que podría beneficiar, si acaso, al PSOE en un clima de polarización. Unidas Podemos se arriesga a perder peso en favor de los socialistas, el nacionalismo catalán al margen de Carles Puigdemont tampoco ve con gusto una repetición electoral, C’s atraviesa por uno de sus peores momentos, y Vox ha pinchado porque no logra entrar en gobiernos. Es una incógnita si el PP recuperaría ese voto.

El PNV se encuentra en una situación de fortaleza y salud electoral tras encadenar dos victorias contundentes en las elecciones generales de abril, y en las municipales, forales y europeas de mayo. Pero quiere que la legislatura estatal arranque cuanto antes. También el portavoz del Gobierno Vasco, Josu Erkoreka, dejó ver su incomodidad con esta tardanza porque afecta a la negociación de las transferencias pendientes y al impulso más claro y decidido de las infraestructuras. El PNV tiene ahora seis escaños en el Congreso de los Diputados, y Sánchez ha dado señales de que lo considera un socio fiable a conservar. En esa clave se interpreta que haya permitido a la socialista Chivite negociar un gobierno alternativo a la derecha en Navarra, un asunto capital para el PNV. Los jeltzales tienen argumentos para seguir adelante.

Sánchez llevará a cabo una nueva ronda con los grupos la próxima semana. Si el PNV lograra amarrar un compromiso claro sobre las transferencias que recoge el Estatuto de Gernika, la ampliación del autogobierno o reformas sobre el mercado laboral, las pensiones y el cambio en la Ley mordaza, se inclinaría por el voto a favor.