BARCELONA - Tras pasearse juntos en manifestaciones unionistas y concentrarse en Colón, Albert Rivera y Manuel Valls consumaron ayer un divorcio anunciado después de que éste último impulsara el pasado sábado, con tres apoyos, la investidura de Ada Colau como alcaldesa de Barcelona a pesar de que la fuerza naranja tampoco quería de regidor al vencedor en las urnas el 26-M, el republicano Ernest Maragall. Los tres concejales adscritos al ex primer ministro francés -Celestino Corbacho, Eva Parera y el propio Valls- dieron su voto decisivo a la exactivista, mientras los tres ediles de C’s -Luz Guilarte, Marilén Barceló y Paco Sierra-, que tendrán grupo propio en el Consistorio, votaron en blanco.

Las críticas de Valls a las alianzas de la formación de Rivera con Vox, desde Andalucía a Madrid, pasando por otros puntos del Estado español, trufaron esta relación en las últimas semanas. Pero la guinda la puso el posicionamiento de Ciudadanos en la capital catalana ya que consideraban a Colau igual de dañina políticamente que Maragall. Fue el secretario general, José Manuel Villegas, quien telefoneó a mediodía Valls, tras la reunión de la cúpula directiva, para comunicarle la ruptura.

“Teníamos razón cuando hemos visto que la primera decisión de Colau ha sido poner el lazo amarillo. Ha hecho lo mismo que habría hecho el señor Maragall. Nos reiteramos en nuestro criterio de no votar a Colau. La diferencia entre ambos es muy poca”, justificó Inés Arrimadas, dejando caer que la líder de los comunes votó en las consultas gestadas por el soberanismo aunque la regidora de Barcelona en Comú nunca ha validado la vía unilateral ni se reconoce como independentista. “La discrepancia con Valls no la hemos ocultado nunca. Y es muy importante en una votación de investidura”, explicó la portavoz de Ciudadanos. Para la marca de Rivera la apuesta de Valls después de construir buena parte de su campaña en la necesidad de desalojar a Colau por su “populismo” era un límite infranqueable. Es más, creen que lo único que busca el exministro socialista galo es formar su propio partido catalanista de cara a unos próximos comicios al Parlament, y que llevaría tiempo trabajando entre bambalinas para ello.

Ya en Colón, Valls no quiso compartir fotografía con la extrema derecha, como sí hizo Rivera, señalado ahora por el liberalismo europeo. En paralelo, la cúpula de Ciudadanos apostó por desoír la cascada de críticas, entre ellas las de algunos fundadores del partido, como Francesc de Carreras, por no abstenerse en una eventual investidura de Pedro Sánchez. La dirección mantiene la estrategia y se atrinchera en el no es no al líder del PSOE. “Tendríamos un tsunami de críticas si diéramos apoyo a Sánchez, que está pactando con Bildu. El sanchismo es malo para España: es capaz de negociar con JxCat y de pactar con ERC”, reseñó Arrimadas.

“que rivera se meta en el pp” Desde Ferraz cargaron duramente contra la formación naranja. “Lo que tiene hacer Rivera es integrarse en el PP. La actitud de Valls, con las diferencias que hemos tenido, es la de intentar salvar lo principal, que el independentismo no se hiciera con Barcelona. Ha intentado salvar lo fundamental de su oferta, no se comprende que el gran fichaje en España en su momento acabe así”, aseguró José Luis Ábalos, secretario de Organización de los socialistas, quien acusó a Rivera de tener “fijación con el PSOE a costa incluso de aliarse con Vox”.

El republicano Jordi Coronas y Elsa Artadi, de JxCat, coincidieron en que la quiebra de Ciudadanos y Valls en absoluto les ha sorprendido. Para la exportavoz del Govern, este paso confirma que la intención del apoyo de éste último a la investidura de Colau es ser “un socio estable” y que el nuevo tripartito barcelonés sería el formado por “comunes, socialistas y el entorno de Valls”. Por otra parte, en Twitter, el ex primer ministro francés dio las gracias al socialista Javier Lambán, presidente en funciones en Aragón, después de aplaudirle por “una lección política, en la forma y en el fondo, que no debería caer en saco roto”.