madrid - Solventada la constitución de los principales ayuntamientos del Estado, y ayer mismo una administración autonómica de calibre como la Generalitat Valenciana, los pactos territoriales cruzados entre los partidos políticos han complicado el panorama a Pedro Sánchez. Enfangado en conseguir los avales necesarios para su investidura, lo cierto es que el presidente en funciones ha visto como los movimientos de ajedrez en tableros como Barcelona, donde ERC se ha visto relegada por el apoyo del PSC a Colau, o en Iruñea, donde el PSN prefirió vetar la opción de apoyar a EH Bildu, amenazan con dificultar aún más su llegada a la Moncloa. Esquerra y la coalición soberanista pueden ser vitales en caso de que el líder del PSOE quiera acceder a la presidencia.

Las negociaciones llevadas a cabo en ayuntamientos como Barcelona o Iruñea han tensado la cuerda, toda vez que los socialistas han preferido apoyar a los comuns de Ada Colau -que a su vez necesitó de tres votos de la formación de Valls- en un complejo acuerdo entre la izquierda y el enviado de Ciudadanos a la capital catalana para superar a un Ernest Maragall (ERC) que fue el más votado. En cuanto a la ciudad navarra, los socialistas certificaron su negativa a pactar con EH Bildu, lo que permitió que Navarra Suma -confluencia de UPN, PP y C’s- de Enrique Maya se hiciera con el bastón de mando iruindara desalojando posibles alianzas en el espectro progresista. Por boca de su portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián, y antes de que se constituyeran las administraciones locales en una comparecencia con la mano derecha de Sánchez, Adriana Lastra, ERC abrió la puerta a dar su apoyo a Sánchez con sus 14 diputados, si bien todo indica que habrá portazo especialmente tras lo acontecido en la ciudad condal. EH Bildu, por su parte, ya se teme que la jugada en la capital navarra se haga también efectiva en la conformación del Gobierno esta misma semana. Y podría retirar cualquier tipo de apoyo de sus cuatro representantes en el Congreso ante los que consideran un pacto encubierto entre las fuerzas constitucionalistas en la Comunidad Foral.

semana clave La cuerda podría terminar de romperse esta misma semana. Y es que será estos próximos días cuando se constituyan hasta ocho mesas de los parlamentos autonómicos -Extremadura, Castilla-La Mancha, Nafarroa, Canarias, Aragón o Castilla y León, entre otros-, cuyos juegos de pactos pueden desgastar a unos socialistas que miran de reojo no solo al andamiaje territorial, sino a qué acontecerá en cuanto a la gobernabilidad del Estado, con una investidura que en un principio se podría materializar la primera quincena de junio. Por lo pronto, la mayoría de los casos ha extrapolado la existencia de dos frentes -derecha e izquierda-, como fue el caso de la Asamblea de Madrid donde PP, C’s y Vox unirán fuerzas o el ejemplo de Valencia, con el pacto de izquierdas entre PSPV, Compromís y Unides Podem. Sánchez, que mantiene que optará por un gobierno en solitario, solo apuntó que le gustaría solventar su nombramiento “cuanto antes”. La ronda de contactos que realizó con las principales formaciones le devolvió a la realidad. Tan solo Unidas Podemos le lanzó un guante, aunque sea envenenado: un gobierno de coalición con un pacto programático al que los socialistas no han contestado. Y constató que tanto el PP como Ciudadanos no le darán oxígeno alguno.

Sánchez, por lo tanto, se ve abocado nuevamente a hacer encaje de bolillos si desea captar al menos 50 compañeros de viaje para salir investido en una segunda votación además de sus 123 representantes en el Congreso de los Diputados. La aritmética es caprichosa y necesitará de las abstenciones y los votos de varias formaciones a las que ha enfadado, caso de ERC o EH Bildu. Aunque cuenta con tiempo, al presidente en funciones se le va agotando el tiempo para llegar a los 173 diputados que necesita. De lo que acontezca en las autonomías, donde PP, Ciudadanos y Vox podrían unir fuerzas ante un bloque de izquierda al que el PSOE parece invitado, podría salir el futuro de Sánchez.