Madrid - Los tres diputados presos de Junts per Catalunya -Jordi Sànchez, Josep Rull y Jordi Turull- mantendrán el acta y pueden favorecer la investidura de Pedro Sánchez. Así se lo trasladó ayer la parlamentaria posconvergente, Laura Borràs, al monarca Felipe VI alegando que “poder presentarse a unas elecciones no era un acto simbólico para ellos”, una decisión que tiene consecuencias sobre el Congreso para la investidura del candidato del PSOE, ya que la mayoría simple bajaría a 173 diputados. De esta manera, con la abstención de los dos diputados de Navarra Suma (UPN, PP y Ciudadanos), el presidente español en funciones tendría asegurada su investidura en segunda votación alcanzando esa cifra con los apoyos de su partido, Unidas Podemos, PNV, Compromís y el Partido Regionalista de Cantabria. A Sánchez, con todo, le espera aún una travesía negociadora por delante. Primero, para asegurarse los 42 votos de la fuerza morada y después para contentar las exigencias de los jeltzales, muy molestos si el PSOE acabara plegándose a Navarra Suma, así como de los nacionalistas valencianos y del partido de Revilla.

Ni en primera ni en segunda votación estarán los cuatro diputados suspendidos, los tres de JxCat y el republicano Oriol Junqueras. Un factor relevante porque ambos partidos independentistas, por ahora, se mueven en el no y, si los cuatro presos soberanistas retienen las actas el día de la segunda votación -parece que en julio-, habría cuatro noes menos. En el caso de que el líder de ERC renuncie para ser eurodiputado, Sánchez restaría a su rechazo tres votos. Unir los votos en contra al secretario general del PSOE supone hacer una cadena de 66 diputados del PP, 57 de Cuidadanos y 24 de Vox, lo que ya coloca los noes en 147.

ERC, 14 (sin Junqueras); Coalición Canaria, 2; JxCat, 4 (sin los tres presos); y Bildu, 4, alargarían el rechazo a 171 noes. Ahí es cuando el foco se detiene en los dos diputados de la coalición Navarra Suma. La posibilidad de que estos dos parlamentarios se abstengan hacen al socialista presidente y, si se decantan por el no, se producirá un empate a 173. Semejante teoría realza la trascendencia de lo que haga Junqueras con su acta, pues si renuncia a ella para recalar en la Eurocámara y le sustituye en el Congreso otro electo de ERC, la horquilla del no se elevaría a los 174 votos en contra y Sánchez no sería presidente. Por ello la trascendencia de Navarra. Otra opción es que los socialistas negocien una abstención global en el espectro nacionalista y soberanista.

borràs, voz de jordi sànchez En lo relativo a la visita de Borràs a Zarzuela, la dirigente de JxCat permaneció una hora con el rey, cuando lo pautado son 45 minutos, después de que se denegase la participación al diputado suspendido Jordi Sànchez. La exconsellera de Cultura, que no llevó su recurrente y ácido vestido limón a juego con sandalias, sino un broche con una mariposa y una pulsera amarillas, aseguró que “he acudido para ser la voz de Sànchez, para ser portavoz de JxCat y para ser altavoz de las voces que pretenden silenciar”, trasladando a Felipe de Borbón la visión de la realidad política catalana.

“Lo visitaba también como votante del 1-O, como alguien que entra en política después del 1-O”, explicó, transmitiéndole su decepción por su discurso del 3-O. “Le dije que los catalanes no tenemos rey, pero que venía a verle como rey de España”, y en ese sentido, que el 3-O “hizo que muchos monárquicos y no independentistas sintieran que tomaba partido”. La diputada posconvergente insistió en que le habló “mirándole a los ojos para decirle lo que tal vez nunca ha oído de una mujer catalana”, en alusión a la negativa del jefe de Estado a reunirse con Carme Forcadell. A su vez, apeló a la empatía del monarca con la situación de prisión de los políticos catalanes, hablándole del “dolor de sus familias”.

También entró la figura de Carles Puigdemont. No en vano, Borràs le llevó un mensaje del president en el exilio. “Puigdemont me pidió que le dijera que le gustaba más como príncipe de Girona que como rey”, le reseñó. Felipe VI le devolvió el comentario: “El también me gustaba más como alcalde de Girona que como president de la Generalitat”.