madrid - La izquierda parte como favorita en la Comunidad Valenciana, y es que adelantar la cita autonómica un mes para aprovechar el efecto Sánchez parece que fue la mejor decisión del presidente, Ximo Puig. El bloque que conforman el PSPV- PSOE, Compromís y Unides Podem se ha conjurado para reeditar el Acord del Botànic que finiquitó dos décadas de mayorías absoluta del PP de Francisco Camps y Rita Barberá. El mayor riesgo para ellos es que la filial morada no supere la barrera del 5% y se quede fuera de las Corts. Un partido puede pasar de cinco diputados a cero por unas décimas, lo que le pasó en 2015 a Esquerra Unida, que en esta ocasión concurre junto a Podemos. En el bloque de la derecha, el PP de Isabel Bonig apunta a un descalabro sin precedentes, en su pugna por la derecha con Ciudadanos, que echó mano del mediático Toni Cantó, y Vox.

Compromís, con la vicepresidenta Mónica Oltra como cabeza visible y la líder mejor valorada por sus ciudadanos, busca mantener al menos su representación para servir de muleta a los socialistas valencianos, a quienes echó en cara ese adelanto de los comicios pero con los que ha guardado las formas durante la campaña, selfie conjunto incluido. “El cambio tiene que continuar y la garantía de que ese cambio continúe es Compromís”, se ha afanado en asegurar la dirigente de la coalición valencianista.

Puig corrobora que no ve “pulsión de cambio” en una comunidad donde “todos los indicadores” son mejores que hace cuatro años y que ha levantado “la hipoteca reputacional” de los escándalos de corrupción del PP. El viento de las encuestas sopla a su favor hasta situar a los socialistas como la fuerza más votada en la Comunidad Valenciana, 28 años después.

Ello provocaría otra herida en el PP que, si va acompañada de la derrota en las generales, sacudiría los cimientos de la formación conservadora. Vox, con Santiago Abascal, protagonizó uno de los mítines más multitudinarios, y ahí reside el otro gran pavor. De todos. - I.S.M.