por comparación con los resultados de las legislativas de 2016 y con los de los estudios de intención de voto más fiables, no es probable que haya trasvases significativos entre los dos grandes bloques de la política española en las elecciones del próximo domingo. Pero es muy probable que se produzcan entre los partidos de cada bloque.
Lo ocurrido en Andalucía actuará como incentivo a favor del Partido Socialista, porque muchas personas no desean que se produzca un acuerdo similar entre las opciones de la derecha para formar gobierno en España. Ninguno de los tres partidos concernidos ha negado tal posibilidad y en algunos casos la consideran la más deseable. Ese factor, junto con el desgaste que ha sufrido Unidas Podemos (en adelante UP) estos últimos años, va a provocar que muchos anteriores votantes de UP, por convicción o por razones “tácticas”, cambien de opción en beneficio de los socialistas.
En Euskadi ese efecto se producirá también, aunque con matices. De hecho, la encuesta Focus EiTB del pasado mes de marzo predijo la pérdida de sendos escaños de UP en Bizkaia y Gipuzkoa, en beneficio de PSOE y EH Bildu, respectivamente. Y tampoco es descartable que anteriores votantes del PNV acaben optando por un “voto táctico” al Partido Socialista para reforzar la opción que se considera la alternativa natural a un gobierno de derecha. Pero esa táctica puede tener consecuencias imprevistas. Veámoslo con algún detalle.
De acuerdo con las proyecciones del analista Kiko Llaneras para el diario madrileño El País -las más rigurosas de cuantas conozco-, los números de escaños más probables para los partidos de ámbito estatal son las siguientes: PSOE, 126; PP, 80; Ciudadanos, 51; UP (más confluencias), 35; Vox, 28. Hay que recordar, no obstante, la enorme incertidumbre que introduce la existencia de voto oculto y los efectos de la fragmentación de la derecha en las circunscripciones pequeñas, por lo que esas cifras pueden experimentar cambios de consideración.
En todo caso, y si los números no cambian en exceso para el conjunto de cada bloque, ninguno de ellos alcanzaría la mayoría absoluta y quedarían prácticamente empatados: 161, la izquierda y 159, la derecha. Sería quizás más probable un gobierno de izquierda apoyado por algunas de las demás formaciones si entre ellas llegan a sumar 15 escaños. Las estimaciones más probables de Llaneras para el resto de opciones son las siguientes: ERC, 14; PNV, 6; JxCat, 5; EH Bildu, 3; Coalición Canaria, 1. La formación de gobierno no sería nada fácil, y conseguir apoyo parlamentario para sacar adelante los Presupuestos Generales y otras leyes importantes, menos aún.
Ante tal panorama, existiría un fuerte incentivo para la formación de un gobierno alternativo, que sería de coalición PSOE-Ciudadanos. Juntos podrían alcanzar 177 escaños, uno más que los necesarios para la mayoría absoluta. Aunque a priori esa hipótesis apenas se baraja y muchos ni la consideran, lo cierto es que en la carta que envió Cristina Narbona a Albert Rivera, la presidenta del PSOE pidió “cordura” al líder de Ciudadanos y le instó a que reconsiderase la negativa de estos últimos a suscribir pactos con los socialistas tras las elecciones. Hay quien considera esa carta una mera táctica, pero no hay que olvidar que en 2015 fue el acuerdo que Sánchez alcanzó con Rivera lo que condujo finalmente a repetir las elecciones. Además, cabe suponer que ambos partidos recibirían muy fuertes presiones para llegar a un acuerdo que les permitiese gobernar sin depender de partidos periféricos.
Se es dueño del voto hasta que se deposita en la urna. Pero no se es dueño del uso que después se haga de él.