Era previsible. El disimulado desprecio de Ciudadanos y la indiferencia calculada del Partido Popular no auguraban otra cosa. Vox, el vertedero del mal llamado voto protesta (para eso están el voto en blanco o nulo) tenía hambre y no se iba a conformar con ser el copartícipe silencioso del acceso a la presidencia de la Junta de Andalucía de Juan Manuel Moreno. Tras colocar el culo de uno de los suyos en el consiguiente sillón de la mesa del Parlamento andaluz, no en vano Santi (ahora Santiago) Abascal lleva viviendo de lo público sin examen de acceso más de 20 años, PP y Ciudadanos se la prometían felices creyendo que era suficiente, pero no.
Vox quiere lo suyo. Por más que todo el mundo de por hecho que en ningún caso corre peligro el experimento andaluz de las derechas, Vox tiene otros planes. Planes que pasan por hacerse valer y dar a su electorado un caramelo que les permitirá seguir alimentando las redes sociales: la Ley contra la violencia de género andaluza incluida en el acuerdo de Gobierno entre PP y Ciudadanos.
Oportunamente disfrazado de un igualitarismo que, en este caso, de ninguna manera se sostiene, Vox no tuvo empacho en exigir anteayer como gran aportación al nuevo gobierno andaluz, la retirada de esa ley. Aprovechó además para lanzar su discurso el mismo día en el que los jueces de Iruñea decidían dejar (otra vez) a los malnacidos componentes de la manada en libertad y una mujer era asesinada por su pareja (hombre), la primera del año y, por desgracia, me temo no será la última.
Debo reconocer que las primeras reacciones ante la bravata de la extremísima derecha de Vox me sorprendieron gratamente. Tanto Ciudadanos como el Partido Popular respondieron que de ninguna manera iban a entrar a cuestionar la necesidad de una legislación que protegiera a la mujer, no en vano, el año pasado fueron asesinadas 47 mujeres a manos de sus pareja o exparejas. Es más, hasta un despistado Borja Sémper se animaba a afear la conducta a sus compañeros andaluces y poco menos que les suplicaba que no cerraran ningún pacto con Vox, si bien luego, devolviendo las aguas al cauce de la derecha “modernita vasca” les comparaba con Podemos.
Sin embargo, por más que estemos en época navideña y los regalos los traigan seres mágicos (cada cual que elija el suyo), la derecha andaluza, en este caso la del perdedor PP, no está para zarandajas y tardó poco menos de veinticuatro horas en buscarle una salida salomónica al asunto. No se toca el acuerdo de gobierno con Ciudadanos, pero se avienen a que en la tramitación parlamentaria haya enmiendas para incluir ayudas “para todas las víctimas”, esto es también varones agredidos por mujeres, que, como todo el mundo sabe, son legión.
Primer punto para Vox y primera derrota para Ciudadanos que, empeñado en despreciar a esta formación, se ha negado a reunirse con ellos, pero ya le han colado una reforma legal. Pero, insisto, Vox tiene hambre, y tras esta primera victoria política va ya a por su segundo órdago, esto es, su insistencia en reunirse con Ciudadanos y PP para negociar un nuevo pacto de gobierno, porque ellos no pretenden conformarse con el papel de invitados de piedra que les han dado.
Habrá que ver la reacción del PP y Ciudadanos a esta nueva petición, pero que sepan que Vox es como ese niño que no deja nunca de tirar de la chaqueta y como dice el refrán, el que con niños se acuesta?