VITORIA - Su mujer, con la que tiene dos hijos adolescentes, fue alumna de Enrique Maíllo (IU) en su etapa sanluqueña, y aunque en su currículo se dice que empezó a estudiar Relaciones Laborales, tuvo que dejarlo en 1981 para, tras el repentino fallecimiento de su padre, abandonar también su puesto de trabajo en la Caja de Ahorros de Jerez y dedicarse al negocio familiar, una joyería y relojería que compaginó con su labor como técnico de voleibol, un deporte donde fue jugador, dirigente y entrenador en el Adesa 80, su pasión después de que una grave lesión en una pierna le apartara de las filas del equipo de fútbol Atlético Sanluqueño.
Juan Marín (Sanlúcar, Cádiz, 31-XII-1962) buscaba corrillos más grandes. Militó en Alianza Popular -se dice que lo inscribió su padre, como el que lo apunta al Betis- y formó una asociación de empresarios antes de fundar su partido, Ciudadanos Independientes de Sanlúcar, a raíz de una conflictiva huelga de basuras. Sus tres concejales sirvieron, cómo no, de bisagra de los socialistas, cultivando la indolencia de quien se dedicaba a acunar al PSOE mientras el municipio yacía entre los más pobres del Estado. Y cuando Ciudadanos empezó a expandirse se subió al carro con ese rictus suyo de retrospectiva de cine mudo. El turisteo en su pueblo de varios cargos orgánicos importantes de la formación naranja creó una hermandad de barbacoa -el Clan de la Manzanilla- que pareció resultar definitiva para que Marín terminara siendo el número uno del partido en Andalucía, sin saber nadie muy bien por qué.
Pese a reivindicar ser un político sin programa ni ideología, acabó en el Parlamento andaluz posibilitando la investidura de Susana y haciéndole hoy guiños a Moreno tras pasarse una legislatura entorpeciendo comisiones de investigación. Cuando a las dos partes les interesó, fingieron la ruptura. Cofrade de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de la Amargura, a la que pertenece desde que nació; de faz lánguida y verbo embotado; practica en Andalucía lo mismo que en Sanlúcar: contemplar, sesteando, el reloj de sol de la política. - I. S. M.